“La bailarina” (1916-1918)
Gustav Klimt. Colección particular.
Es uno de los últimos lienzos del autor y rara vez se expone en público.En esta readaptación del retrato de Ría Munck es patente la fascinación por la cultura oriental. Con el papel pintado típico del arte japonés,que ya había fascinado a autores impresionistas, la ausencia de perspectiva y la bidimensionalidad, nos revela una evolución en su manera de concebir el retrato.
La mujer aparece en el centro de la composición, derramando sensualidad y erotismo con su figura curvilínea, la bata entreabierta, que puede recordarnos a los mosaicos bizantinos, y los pechos descubiertos. A su alrededor y, en contraste con la palidez de su piel, brotan decenas de flores como si ella misma fuera el centro de una especie de “mandala. Todo ello es un estallido de colores puros que nos impide centrar la vista en algo que no sea ella e incluso a no importarnos que las figuras parezcan estar suspendidas en el aire.
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