miércoles, 27 de noviembre de 2019

A un gato, Jorge Luis Borges - Pedro Aznar , Caja de Música

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.


El universo literario de Borges, del cual ya hemos hecho mención, se caracterizó por la simbología, los elementos fantásticos y el alto nivel lingüístico. Apreciamos en sus obras el vasto bagaje cultural con el que contaba: conoció la filosofía griega, las nuevas corrientes de pensamiento europeas, y los libros sagrados tanto del cristianismo como del judaísmo, aunque él siempre se declaró ateo.
Este poema pertenece a la obra El oro de los tigres, publicada en el año 1972 y el tema es un elogio a los gatos. Ciertamente hemos de reconocer que de no ser por el título podríamos imaginar que va dedicado a cualquier persona, animal o sentimiento… Se trata de una dedicatoria muy íntima y con un vocabulario elevadísimo a estos animales felinos.
El poema se compone de catorce versos alejandrinos de rima consonante agrupados en tres cuartetos de rima ABBA y dos versos sueltos que riman entre sí.
En la primera estrofa Borges le atribuye a los gatos el poder y elegancia de una pantera (verso 3) y a su vez los describe como dueños de un silencio (verso 1) y privacidad (verso 4) casi absolutos. Continúa en la segunda estrofa dirigiéndose en segunda persona al conjunto de gatos en general diciéndoles que son inalcanzables, superiores, anhelados y solitarios; llegándolos a comparar con el poniente y con el río Ganges (verso 7).
Cabe destacar los versos cinco y seis, pues en estos afirma que son los gatos “obra de un decreto divino” a pesar de que siempre se declaró ateo, no obstante la idea de Dios aparece en sus obras. La tercera estrofa pone en relación su contacto físico con los gatos con la reacción de los mismos, marcando de nuevo la lejanía y superioridad: “desde esa eternidad que ya es olvido” (verso 11). El poema finaliza reiterando la idea de animal superior y eterno: “En otro tiempo estás” (verso 13) y afirmando que existe un mundo paralelo al nuestro que sólo pertenece a los gatos en el cual ellos son dueños, reyes y poderosos animales independientes y eternos.
La erudición de Borges, su elevado nivel creativo y su dominio del castellano pueden apreciarse en todo aquello que escribe, aunque sea una breve descripción gatuna. Este poema nos abre las puertas a todo un universo creado por el autor y nos invita a conocer cómo llegaba él a percibir la realidad.

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