El origen de las notas musicales data de las primeras décadas del Siglo XI, cuando el monje benedictino Guido D´Arezzo usó un himno que se solía cantar en las vísperas de la celebración de San Juan Bautista y tomó las primeras letras de cada párrafo para crear estas notas.
Este himno, llamado Ut queant laxis, tenía la particularidad de que a cada estrofa iba subiendo la entonación que se debía realizar, un tono por hemistiquio (verso), por lo que era perfecto para las intenciones del monje.
El himno es el siguiente:
Ut queant laxis
Resonare fibris
Mira gestorum
Famuli torum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Iohannes
Aquí tienes el himno cantado:
Cuya traducción vendría a ser más o menos:
“Para que tus siervos puedan hacer resonar a pleno eco lo maravilloso de tus gestas, limpia los labios impuros San Juan”.
Como anotamos anteriormente, D´Arezzo tomó las primeras letras de cada línea:
Ut, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si (de esta última prefirió tomar las iniciales de San Juan); llamando a este sistema “solmización” ( que ahora conocemos como Solfeo), y sustituyendo al anterior sistema que nombraba las notas según las primeras letras del abecedario (A, B, C, D, E, F, G).
En el siglo XVIII, Giovanni Battista Doni cambió la nota Ut por Do. De esta manera cantar era más sencillo al tratarse de una sílaba acabada en vocal. A día de hoy no se sabe si el cambio de nombre fue por Dominus (Señor) o por ser su apellido Doni.
Existen algunas teorías sobre por qué Guido sólo nombró seis de las siete notas que empleamos actualmente. Lo más probable es que no lo hiciese porque no aparece la nota Si en el himno a San Juan, aunque algunos creen que es porque se trataba de un tono diabólico y por tanto no la quiso nombrar.
A finales del siglo XVI, Anselmo de Flandes “descubrió” esta última nota y la nombró Si por las iniciales de Sancte Iohannes, que es el último hemistiquio del himno a San Juan.
Guido está considerado el padre de la música ya que, además de nombrar las seis primeras notas musicales, como ya hemos explicado, les asignó una posición en el tetragrama. Con la nueva nota “descubierta” por Anselmo de Flandes fue necesario añadir una nueva línea al tetragrama de D’Arezzo y surgió lo que conocemos como pentagrama.
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