lunes, 6 de enero de 2020

Penélope, el mito de la mujer que espera para siempre

En la historia de Penélope, la fidelidad es sometida a una ardua prueba. No hay certeza sobre si “aprobó” dicho examen. Lo que sí resulta claro es el mensaje implícito de la narrativa: la ausencia del hombre amado deja la vida de la mujer en suspenso.

El mito de Penélope (en griego Πηνελόπη y en latín, Penelope) forma parte del poema épico La Odisea, escrito por Homero. La función de la épica es, entre otras, la de construir modelos a imitar para los pueblos. Los personajes que intervienen en sus narrativas son arquetípicos. Esto es, sintetizan una serie de valores y habilidades que les convierten en los ideales de ser para una sociedad.
Como suele suceder con estos relatos míticos, los mensajes más interesantes son los que vienen entre líneas. La historia de Penélope es, de por sí, muy hermosa, además, resulta muy revelador escudriñar lo que representa desde el punto de vista cultural. En este caso, nos hablan de lo femenino y de la posición de la mujer en la relación de pareja.
Penélope es el símbolo de la fidelidad y la abnegación, pero también exhibe rasgos que aparecen en diferentes mitologías. Esos rasgos tienen que ver con la astucia y la capacidad de engaño como armas para lograr sus propósitos. Lo femenino, entonces, aparece como un terreno ambiguo, poco confiable y, por lo mismo, peligroso.
¡Ay, ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde”.
-Homero-

La historia de Penélope

Según el relato creado por Homero, Penélope nace en Esparta, de una ninfa de agua dulce y el propio rey de la región. Todo comienza cuando Ulises, un valiente guerrero, se siente solo y decide buscar una mujer para que lo acompañe y lo conforte. Su búsqueda le lleva a Esparta, en donde conoce a la mujer más bella que había visto: Helena. La misma Helena de Troya.
Esa mujer era tan hermosa que sus pretendientes se contaban por cientos. El padre de la chica, y el propio Ulises, temían que la disputa por su amor desatara el caos en Esparta. Así que los dos se pusieron de acuerdo para decretar que el pretendiente vencedor debía ser respetado por quienes salieran derrotados. Ulises se sintió incómodo por la situación.
Por entonces ya había llegado a Esparta una bella mujer llamada Penélope. Era la prima de Helena y había acudido para darle consejo. Cuando Ulises y Penélope se encuentran, quedan enamorados a primera vista. Ambos permanecen mudos, sabiendo que ya no querían separarse jamás.

La partida a Ítaca y la separación

Ulises y Penélope se fueron a vivir a Ítaca. Su padre, Icario, intentó que se quedara en Esparta. Ella solo guardó silencio y se cubrió la cara con un velo. Así dio a entender que se iría con Ulises. En el lugar en donde ocurrió esto, Icario construyó luego un templo dedicado al pudor.
La nueva pareja partió, no sin antes darse un largo beso como sello para su amor. Ya en Ítaca, un año más tarde, tuvieron un hijo: Telémaco. Poco después se desata la Guerra de Troya y Ulises tiene que partir. Tardó 10 años en la guerra y otros 10 en su viaje de regreso. En ese lapso fue seducido por una ninfa, una maga y una princesa, pero siempre tuvo en su mente a su esposa y a su hijo.
Mientras, Penélope, al ser una mujer que estaba sola, comenzó a verse rodeada por múltiples pretendientes. Estos se instalaron en su casa. Comían y bebían a su antojo. Todos la urgían para que aceptara a uno de ellos, pues daban a Ulises por muerto. Ella, sin embargo, presentía que su esposo estaba vivo y que regresaría.

La astucia de Penélope

Para eludir la decisión de aceptar a alguno de sus pretendientes, Penélope dijo que elegiría cuando terminara de tejer un tapiz. Lo que se le ocurrió fue tejer de día y deshacer de noche. Así pasó cuatro años, al final de los cuales, Ulises por fin regresó. Después de una serie de pruebas, logró reconocerlo. Ulises, por su parte, acabó con los pretendientes.
Lo cierto es que hay varias versiones sobre lo que sucedió. La más extendida, y la que más nos gusta escuchar, cuenta que “vivieron felices para siempre”. Otra versión señala que Ulises repudió a su esposa, pues la acusó de haber sido ella misma quien había atraído a los pretendientes. También hay versiones de que la mató por haber sido infiel o que la devolvió a su padre por la misma razón.
Penélope es el modelo de la mujer abnegada, que calla y espera. Se ve obligada a hacer y deshacer, una y otra vez su propia obra mientras regresa el amor «perdido». Su tapiz representa ese círculo vicioso de la resistencia. Su actitud, lo que la cultura occidental estableció como ideal para una esposa.
Edith Sánchez
Graduada en periodismo

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