“Si creo desde el corazón, casi todo funciona, si lo hago desde la cabeza, casi nada.”
Marc Chagall
Pintor, poeta, soñador, personaje exótico, solitario y una especie de viajero entre varios mundos, Marc Chagall es reconocido como uno de los pintores y artistas gráficos más relevantes del siglo XX, llegando a participar en distintas vanguardias sin vincularse estrechamente con ninguna de ellas, excepto por el Surrealismo.
Marc Chagall (Vitebsk 1887- Saint Paul de Vence 1985), nace en una pequeña aldea bielorrusa en el seno de una familia judía, condición que marcaría no sólo su vida sino también su obra. Tuvo siempre el encanto del inconformista, característica tanto de la fuerza de integración de la cultura occidental como de su liberalidad y su particular expresión de todo ello está reflejada en un mundo de motivos poco comunes pero llenos de imaginación y deseos entendibles que, a la postre, serían la gran impronta de Marc Chagall.
El artista nada dejó sin hacer para cultivar su imagen de forastero asombrado que habla en voz baja, de habitante del mundo que continuó niño, de visionario solitario.
Su obra expresa un gran apego a su tierra y es de una gran profundidad espiritual, es quizás la más tenaz llamada a la tolerancia, comprensión y al respeto a lo singular (extraño) que la modernidad fue capaz de producir. Chagall narró poéticamente en cada lienzo lo que vivió y lo que soñaba para la vida; eran además de sus experiencias, su inconsciente hablando…
Amantes en azul, 1914
La idea del inconsciente es ampliamente aceptada en nuestros días, pero aún tenemos muy poca información de su extensión, profundidad y naturaleza. El científico que exploró por primera vez los contenidos del inconsciente desde un punto de vista empírico fue Sigmund Freud. Basado en las investigaciones de otros neurólogos, como el francés Pirre Janet, que afirmaban que la psiconeurosis estaba asociada a ciertas experiencias conscientes, Freud supuso que los sueños no eran algo casual y que su contenido estaba asociado a contenidos de la consciencia.
Chagall, narra su altercado con la vida y su renuncia a tener que aceptarla necesaria y obligatoriamente, así como la descubre. Él se rebela ante eso, él quiere cumplir sus sueños, sus deseos, sus imposibles… Porque La vida puede ser un sueño, parece decir, un hacer factible el poder volar, vivir junto a los ángeles, estar en conexión cronológica con los antepasados. Ésta es su narración, temática y el estilo de toda su obra.
El material psíquico está compuesto por imágenes, sentimientos, deseos, pasiones, emociones, intuiciones, percepciones, pensamientos racionales e irracionales, análisis, conclusiones, estados de ánimo, preocupaciones y esperanzas. Gran parte de este material pertenece al reino del inconsciente. Una de las razones del oscurecimiento de este contenido es la falta de atención, pero debemos recordar que los elementos psíquicos tienen vida propia.
Por su parte, Carl Jung, en su libro “Psicología Analítica y Educación” (1926/1946), expone que “Los sueños son la manifestación sin falsificar de la actividad creativa inconsciente”. Jung, apoyó sus investigaciones con el estudio de la mitología, el folklore, las religiones comparadas y la antropología. Dice: Cuando la mente consciente intenta acercarse al símbolo, se encuentra en un terreno que va más allá de los límites de la razón y la lógica.
Chagall, podría haber pasado por una persona sin razonamiento lógico, lo cual es totalmente absurdo, ya sea por intentar dar vida en sus obras a una “irrealidad” o por su imaginación mítica, hasta infantil si se quiere y a la que fue fiel. Hubo quienes no llegaron a entender lo que quería transmitir, como ocurrió en su casa familiar (un trabajo suyo podía servir de tapete, sólo para sacudirse los zapatos al entrar en ella).
“Coger las cosas, jugar y reflexionar con ellas: este era mi juego”, dice Chagall. ¡Quien duda ahora que no fueron tan solo sueños!
Los sueños son algo normal en la vida de cualquier ser humano, pero no todos pueden expresarlos como deseos -casi sin disfraz, como era en el caso de Chagall.
Como de un interior repleto de sueños y con una imaginación desbordante, vemos como este sensible artista recrea un mundo imaginario y al mismo tiempo nos conduce a una deseada realidad, donde sus mágicos personajes son los protagonistas absolutos. Pinta desde ligeros danzantes que parecen moverse al ritmo de melodías en cada trazo realizado; cabras voladoras y sonrientes que pueden arrancar notas a las cuerdas de un violín; posturas llenas de color expresando vida en los acróbatas de un circo, vacas voladoras, novios volando en busca del paraíso o reposando sobre literas de abundantes flores, rabinos, cielos y tejados, todo esto con la fuerza de un color sin reparo en todas sus composiciones, un color que a veces puede resultar provocador, pero que nunca nos deja indiferentes. De ahí, la originalidad de la obra de Chagall, que se aparta de todas las escuelas del momento. En esa vorágine de personajes y símbolos son reconocibles algunos de los recuerdos de su entorno infantil en el barrio judío de la ciudad rusa de Vitebsk.
“Cuando observaba a mi padre debajo de la lámpara, soñaba con cielos y cuerpos celestes, mucho más allá de nuestra calle. Toda la poesía de la vida se condensaba en la tristeza y el silencio de mi padre. Allí estaba la fuente inagotable de mis sueños: mi padre, comparable con la vaca inmóvil, taciturna y callada sobre el tejado de la choza” (Chagall)
Al respecto, según la visión de Freud, las imágenes oníricas se presentan en forma simbólica ya que existe una instancia psíquica llamada “censura” que matiza todas aquellas emociones, ideas o sentimientos que son incompatibles con la conciencia moral, producto de la educación cultural recibida por un individuo a lo largo de su vida. Por lo tanto, estos deseos no pueden alcanzar a la conciencia sin ser disfrazados (“Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño”, 1916/1948). Vemos claramente que para Chagall el soñar, sobre todo, era un derecho propio.
Marc Chagall desarrolló un amplio proyecto plástico y espiritual. Fiel a su herencia judía, Chagall propuso un acercamiento a su cultura a través de la poesía y del color. Respondió a todo lo que implica una espiritualidad sin fronteras, al antisemitismo y la marginación y fue así que no dudó en hacer obras para cualquier iglesia, un necesario mensaje para la actualidad. Fue un hombre que vivió resguardado bajo el puente que él mismo ideó entre su pasado y su futuro y que atavió en sus sueños y símbolos, su presente de esperanza, añoranza y alegría de vivir pese al atormentado mundo y tiempo en el que le toco nacer.
Ante la pintura de Chagall, las almas vibran. Será porque es poética, lírica y al mismo tiempo con indudables llamadas para el razonamiento lógico, por eso es colosal y en esa medida, inmortal. Ante la obra de Chagall no hay alma que se resista a dejar esfumar ese mundo exterior para que brote el interior….
“En nuestra vida hay un solo color, como en la paleta de un artista, que ofrece el significado de la vida y el arte. Es el color del amor” …. “El arte es sobre todo un estado del alma”
Marc Chagall
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