De repente te agradezco y te confieso mi milagro, cuando me doy cuenta que abrazás mis heridas sin ningún miedo a que se te claven mis espinas. Eso sí es saberse bien amado. Ver como te comes mi veneno sin miedo a contagiarte, solamente para que mi propio trago me resulte menos amargo.
Eso es que te quieran con el pecho bien abierto, sin guantes en las manos y aceptando la simpleza de asumirme flor y tierra.
Cielo y barro.
Haciendo lo que puedo con lo que la vida hizo conmigo y lo que yo hice con ella.
A veces, siendo capaz de todo y otras veces, sin ganas de latir, ni siquiera a tu lado.
Eso es que te quieran bien. En lo que soy y en lo que no puedo llegar a ser. Ni hoy. Ni mañana. Ni quizá nunca.
Querer bien.
En silencio, con la queja en el bolsillo y sin pedirme nada a cambio.
Sos la suerte que tengo. La incondicionalidad que me regaló el destino. La casualidad hermosa de habernos mirado y no sólo habernos visto.
La inocencia de tu amor sublime, de elegirme entera, en cualquiera de mis dos lados.
Lorena Pronsky
Eso es que te quieran con el pecho bien abierto, sin guantes en las manos y aceptando la simpleza de asumirme flor y tierra.
Cielo y barro.
Haciendo lo que puedo con lo que la vida hizo conmigo y lo que yo hice con ella.
A veces, siendo capaz de todo y otras veces, sin ganas de latir, ni siquiera a tu lado.
Eso es que te quieran bien. En lo que soy y en lo que no puedo llegar a ser. Ni hoy. Ni mañana. Ni quizá nunca.
Querer bien.
En silencio, con la queja en el bolsillo y sin pedirme nada a cambio.
Sos la suerte que tengo. La incondicionalidad que me regaló el destino. La casualidad hermosa de habernos mirado y no sólo habernos visto.
La inocencia de tu amor sublime, de elegirme entera, en cualquiera de mis dos lados.
Lorena Pronsky
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