jueves, 19 de diciembre de 2019

WALT WHITMAN: EL MESÍAS DE AMÉRICA

“¿QUÉ ME CONTRADIGO?
SÍ, ME CONTRADIGO. Y ¿QUÉ?
(YO SOY INMENSO……
Y CONTENGO MULTITUDES.)”

Canto a Mí Mismo, Walt Whitman

Después de dos meses de una casi eterna ausencia y nula inspiración en la que ningún escrito me satisfacía por más que lo intentara (ya dicen por ahí que ni los zapatos entran a la fuerza). Sin embargo, consumida por mis deberes cotidianos; me encontré placenteramente redescubriendo la poesía y prosa de un hombre excepcional y desconcertante: Walt Whitman.
Cuando comencé a leer a Whitman hace unos tres años, me sorprendió la sublimidad de su expresión y el idealismo que en ella plasmaba. No obstante, no fue hasta hace poco que empecé a realmente interpretar sus melodías escritas desde otro enfoque (el cual no es desde un telescopio, más bien desde un caledoscopio) y a dejar que las mismas entrasen en lo más profundo de mi ser como un buen baño fresco y reconfortante para el espíritu.
Así que en honor a este titán los invitó y las invitó a un breve recorrido por los que yo considero los puntos más benevolentes, mesiánicos y conmovedores de Whitman:
  • CELÉBRATE A TI MISMO.
Whitman siempre tuvo fe en las personas y él cumplió el mandamiento de “ama a tu prójimo como a ti mismo” mejor que algún religioso extremadamente devoto. Whitman amó: amó a la prostituta, al esclavo, al vendedor de esclavos, al asesino, al juez, a la mujer, al hombre… Amó hasta el dolor y celebró la vida con sus trivialidades, sus preocupaciones y sus alegrías. Él clamaba la unidad, la indivisibilidad de la humanidad: Tú, yo, nosotros somos uno:
“Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también”.
Canto a Mí Mismo
Este amor que Whitman expresa no solamente es a nivel espiritual sino que se manifiesta a un nivel físico con una intensidad y pasión abrumadora:
“¡Oh, cuerpo mío!, no me atrevo a abandonar a tus semejantes en otros hombres y otras mujeres, ni a los semejantes de las partes que te componen;
Creo que tus semejantes perdurarán o morirán con los semejantes del alma (y que son el alma),
(…)
Cabeza, cuello, pelo, orejas, lóbulo y tímpano de la oreja,
Ojos, pestañas, iris del ojo, cejas y la vigilia o sueño de los párpados,
Boca, lengua, labios, dientes, paladar, mandíbulas y articulaciones de las mandíbulas,
Nariz, aletas de la nariz y tabique,
Mejillas, sienes, frente, mentón, garganta, nuca, forma del cuello,
Fuertes hombros, barba viril, omóplatos, espalda, y el ámbito del pecho…”
Yo Canto al Cuerpo Eléctrico
  • LA INMORTALIDAD.
La eternidad de la vida fue un tema casi central en la poesía de Whitman. Nuestro poeta buscaba justificar la vida mortal con la inmortalidad, él aseguraba que los seres humanos no sólo viviríamos una efímera existencia en carne y huesos sino que hay algo trascendental en nosotros que perduraría para todos los tiempos:
“I swear I think now that everything without exception has an
eternal Soul! 
The trees have, rooted in the ground! the weeds of the sea have!
the animals!
I swear I think there is nothing but immortality! 
That the exquisite scheme is for it, and the nebulous float is
for it, and the cohering is for it; 
And all preparation is for it! and identity is for it! and life
and materials are altogether for it!”
To Think of Time
  • LA UNIDAD, LA SOLIDARIDAD Y EL PATRIOTISMO.
Uno de los ideales de Whitman era la unidad total de la humanidad: una utopía demasiado hermosa. Esta unidad no significa que todas las personas del mundo se conozcan mutuamente (esto sería aún más imposible), significa la práctica de una aceptación y un cariño libre de prejuicios para y con los demás, enfatizo en ese demás porque es un concepto extremadamente amplio si a Whitman nos referimos, ese demás son todos y cada uno de los seres que se cruzan por tu camino aunque sea por un nanosegundo:
“¡Desconocido que pasas! No sabes con cuánto ardor te contemplo,
Debes ser el que busco, o la que busco (esto me viene como en sueños),
Seguramente he vivido contigo en alguna parte una vida de gozo,
(…)
No debo hablarte, debo pensar en ti cuando esté sentado solo o me despierte solo en la noche,
Debo esperar, no dudo que te encontraré otra vez,
Debo cuidar de no perderte”.
A Un Desconocido
Esta unidad y empatía sería traducida posteriormente en una solidaridad increíble e ilimitada en la que el sacrificio sería la regla. Whitman fue un ejemplo viviente de este principio, dedicó gran parte de su vida a cuidar enfermos y heridos de guerra mientras él sufría solitariamente en su hogar debido al dolor que le provocaba ver a su paisanos atacarse entre sí en la Guerra Civil estadounidense, aún sabiendo que de alguna forma son hermanos.
Incluso publica un escrito llamado “Preparación para Mis Visitas” contenido en “Specimens Days” un conjunto de textos y descripciones de sus experiencias sobre la guerra y otras temáticas que agregó posteriormente a una de sus miles de ediciones de “Hojas de Hierba”, su gran evangelio:
“En mis visitas al hospital me di cuenta que era una simple cuestión de presencia personal, y la emanación de una alegría ordinaria y magnetismo (…) Mi costumbre era prepararme empezando con uno de esos paseos diurnos o nocturnos por unas cuatro o cinco horas, me fortalecía a mí mismo con un descanso previo, un baño, ropas limpias, una buena comida, y una apariencia de lo más entusiasta posible”.
Tristemente Whitman, a pesar de vivir rodeado de multitudes debido su espíritu solidario; muy en el fondo siempre fue un hombre muy solitario que prefería esconder sus tristezas para sí mismo. Su homosexualidad en una época aún cerrada e intolerante debió ser igualmente dura. Quizá debido a sus múltiples heridas era que prefería no aferrarse a un amor único hacia una persona. Él cargaba su propia cruz mientras cargaba las de los demás también:
“A veces, con alguien que amo me lleno de
ira por temor a prodigar
amor no correspondido,
Pero ahora creo que no hay amor no
correspondido, la retribución es
segura, de uno u otro modo,
(Amé ardientemente una persona y mi
amor no fue correspondido,
Sin embargo, aquel amor ha hecho que
escriba estos cantos”.

A veces, con alguien que amo
“Sobre él, a quien amo día y noche, soñé que me enteraba que estaba muerto;
y soñé que yo iba a donde habían enterrado al que amo – pero él no estaba en ese lugar;
y soñé que yo vagaba, buscando entre las tumbas, para encontrarlo;
y me daba cuenta de que todos los lugares eran tumbas;
las casas llenas de vida estaban igualmente llenas de muerte (como esta casa ahora)…”
Sobre él, a quien amo día y noche
Vale la pena destacar que el patriotismo de Whitman no se limita a sus queridos Estados Unidos, sino al universo entero en sí. Él se consideraba un cosmopolita, un delirante ciudadano del mundo con un sentido profético:
“I see not America only—I see not only Liberty’s nation, but other nations preparing;
I see tremendous entrances and exits—I see new combinations—I see the solidarity of races;
I see that force advancing with irresistible power on the world’s stage; 
(Have the old forces, the old wars, played their parts? are the acts suitable to them closed?)
I see Freedom, completely arm’d, and victorious, and very haughty, with Law on one side, and Peace on the other…”
Years of  the Modern
  • WHITMAN, EL AMIGO.
Considero esta la virtud más importante de Whitman:  su incondicional amistad. Cuando leo las líneas de Whitman encuentro en ellas un apoyo y aliento muy personal, una fraternidad y lealtad que solo se encuentra en la amistad verdadera. Whitman te trata de manera cautivadora, cálida y te susurra: estoy contigo, no te desanimes. Es un amor del extraño que resulta hermosamente reconfortante, es como un tierno abrazo en momentos de soledad y alegría.
¡Whitman, eres un gran amigo! Celebro nuestra amistad, querido hermano.
“¿Por qué habría de temer confiarme a ti?
No temo, he sido bien introducido por ti,
Amo el rico día raudo, mas no abandono a aquella en que yací tan largamente,
No sé cómo he venido de ti y no sé adónde voy contigo, pero sé que vine bien y he de irme bien”.
Los durmientes
“Si no me encuentras enseguida,
no te desanimes;
si no estoy en aquel sitio,
búscame en otro.
Te espero,
en algún sitio estoy esperándote”.

Canto a mí mismo
Creo, sin lugar a dudas, que si a Whitman le hubiesen ofrecido ser crucificado por nuestros pecados y sufrimientos, él hubiese aceptado plácidamente a pesar del miedo.
“No llores, niña mía,
No llores, querida mía;
con estos besos deja que borre tus lágrimas”
Por la noche en la playa
NOTA:
  • Algunos fragmentos de poemas no están traducidos debido a que no encontré traducciones al español muy fidedignas. Por ende, preferí dejarlo en su idioma original. Disculpas por eso.


Fuente: https://pensandoyescribiendo96.wordpress.com/2014/06/14/walt-whitman-el-mesias-de-america/

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