lunes, 2 de diciembre de 2019

SOY - JORGE LUIS BORGES

René Magritte. La reproducción prohibida (1937) ***


Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.





***La reproducción prohibida (Retrato de Edward James, 1937). René Magritte.
Óleo sobre Tela. 81,3 cm x 65 cm.

Las imágenes de Magritte se rebelan contra la idea preconcebida que tenemos de ellas.
Provocan. Sacuden. Nos hacen reflexionar: damos todo demasiado por sentado, las cosas pueden ser fascinantes si aprendemos a observar, si ampliamos los límites de nuestra percepción.
Las imágenes nos engañan y nosotros somos cómplices de ese engaño. El artista belga nos propone recuperar la capacidad de asombro. Dudar de la realidad para volver a descubrirla.
Utilizar ojos nuevos.
¿Es surrealista? Magritte es considerado parte del movimiento, conoce a Breton y muchos de los demás integrantes (Edward James, el hombre retratado en este cuadro, es un escritor surrealista).
Pinta imágenes absurdas y paradójicas, que podrían hacernos creer que son sueños. Pero en realidad no usa ni el automatismo psíquico (liberación total del inconsciente, el método por excelencia de los surrealistas) ni es tan impulsivo, instintivo, ni reproduce sueños.
Lo interesante de Magritte es verlo como un artista muy inteligente, consciente todo el tiempo de lo que hace. Un gran provocador que transmite sus ideas con ironías.
Una manzana ocupa toda una habitación, paisajes nocturnos son iluminados por cielos claros, enormes rocas flotan en el aire, un espejo refleja al revés. La imagen de una pipa que dice “Esto no es una pipa” y se llama La traición de las imágenes.
Realidades extrañas, llenas de paradojas y contrastes. Sin embargo: simples, muy simples. Sus cuadros, por lo general, carecen de complejidad. Apenas una provocación para sacudir nuestro acostumbramiento a las cosas y punto.
Cuando un crítico se explayó demasiado en el análisis de una de sus obras, Magritte le dijo: “Pero qué suerte que tiene usted, que ve tantas cosas en ella”.

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