viernes, 6 de diciembre de 2019

La Conmovedora Historia Tras la Famosa Tumba "El Ángel de la pena”

William Wetmore, fue un escultor, poeta, crítico del arte y editor estadounidense, nacido el 12 de febrero de 1819. Graduado en Harvard en la escuela de derecho y con un brillante futuro como abogado, decide abandonar la carrera legal para dedicarse a una de sus mayores pasiones, la escultura, razón por la cual se muda a Roma.
Contrajo matrimonio con Emelyn Story, tuvieron varios hijos quienes posteriormente se encaminarían en el mundo del arte.
El 7 de enero de 1895, el gran amor de su vida muere y William a sus 77 años de edad, para conmemorar el gran afecto que sentía hacia ella, esculpió en un bloque de mármol lo que se convertiría en el “Ángel de la Pena” o “Angel of Grief”, en inglés.
El Ángel de la pena, perteneciente al Cementerio Protestante de Roma, fue la última obra del escultor quien años después, tras morir en Italia fue enterrado en la misma tumba, para descansar junto a su amada esposa. En la tumba se puede leer:
“Este monumento es el último trabajo de W.W Story, realizado en memoria de su amada esposa”
La escultura, además de representar el inmenso amor que le tenía a Emelyn, es una obra de arte muy visitada y que ha servido de ejemplo e inspiración para hacer varias réplicas a lo largo del mundo, en lugares como Little Rock (Arkansas), Costa Rica, Canadá, El Reino Unido, entre otros.
El término “Ángel de la Pena” es ahora utilizado para describir a todas estas esculturas esparcidas por el mundo, que guardan el mismo estilo.
Asimismo, ha servido de inspiración para crear las portadas de diversas bandas como Evanescence (EP Evanescence), Nightwish (Once), Odes of Ecstacy, entre otras.
La exquisitez en los detalles tallados con esmero, demuestran las dos grandes pasiones de William, el amor por la escultura y el amor por su Emelyn.
Sin lugar a dudas, esta escultura es una muestra del amor profundo y verdadero que William sentía hacia Emelyn y refleja el dolor tan grande que sintió tras su muerte, que hasta los ángeles lloraban su partida.

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