Con el paso del tiempo, pierdes las ganas, se te quitan las ganas de explicar cosas que explicas cien mil veces para nada, de escuchar cosas, de estar con gente y de obligar a tu alma a hacer aquello que no quiere.
Con el tiempo defiendes tus principios, tus valores, tu intimidad, porque sí, porque hasta entonces pensabas que no hacía falta y se iban a respetar, pero no, no se hace si tú no medias palabra.
Pierdes las ganas de discutir, de insistir, de pedir disculpas y de esperar nada de nadie porque sabes que la gente es como es y nunca cambiará, sólo cuando quiera algo que buscaba.
Con el tiempo ya no cedes a cualquiera un asiento en el viaje de tu vida.
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