sábado, 26 de octubre de 2019

Afrodita de Cnido

Desgraciadamente no se conserva la original de una de las estatuas más bellas de todos los tiempos, del genial escultor ateniense del siglo IV antes de J.C Praxíteles, autor de numerosas obras, entre la que destacaría la estatua de “Hermes con Dionisos niño” ya comentada en este blog. De las numerosas copias que se hicieron de la diosa que estamos tratando (unas cincuenta han llegado hasta nosotros), ninguna de ellas le hace justicia al original, ya que ésta, era de mármol de Paros, y la fina capa de pintura que se le daba, el cabello por ejemplo, lo llevaba dorado, no permitía cubrirla de escayola como las de bronce, y así poder obtener un molde de la misma que la pudiese reproducir con la mayor exactitud posible. El hecho de ser una obra tan imitada, nos indica la importancia que se le concedió en su momento y la admiración que levantó tanto en su época, como en siglos venideros. Acudió gente de todas partes a admirar su belleza en el emplazamiento original; un pequeño templo redondo, en donde los visitantes podían rodearla completamente y observarla en su totalidad, aunque, lógicamente, al igual que otras obras del autor, tenía su punto de vista principal, el cual, era frontal, con la cabeza vuelta ligeramente hacia la izquierda. Se sabe que la escultura original desapareció tras un incendio en Constantinopla en el año 532, llevada hasta esa ciudad por el emperador romano Teodosio en el siglo IV después de J.C.
     
     Aunque ya se había realizado algún que otro desnudo femenino anterior, ninguno del tamaño y envergadura de éste. Hubo que esperar a que algunos escultores del siglo IV antes de Cristo, se atrevieran a representar el cuerpo de una mujer completamente desnuda, y máxime, si tenemos presente que era el de una diosa que se podía contemplar por todas partes. El motivo perfecto lo encontraron en el hecho cotidiano de entrar o salir del baño, y elegir este instante de desnudez, para su representación artística. También sabemos, que Praxíteles tenía una amante que destacaba por su gran belleza, llamada Friné, que posaba para él y le sirvió de modelo en la ejecución de esta obra.
     
     Los griegos consideraban que la mayor expresión de belleza era el cuerpo humano desnudo. Se podría poner como ejemplo de ello el “Doríforo” (el portador de una lanza) de Policleto, realizado un siglo antes, y ya comentado en otra página del blog. Sin embargo, hubo que esperar unos cien años para encontrar un prototipo de belleza femenino, y que saliese del cincel de Praxíteles esta preciosa Venus que se disponía a tomar un baño. Pero a diferencia de los modelos masculinos, el autor renunció a presentarla completamente desnuda, ya que nos esconde su sexo femenino, con ese gesto púdico de cubrirse con su mano derecha, dando la sensación, de que se ha visto descubierta por un personaje inesperado, al que no deseaba exponerse en ese preciso momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario