miércoles, 30 de octubre de 2019

Los Uros, el pueblo flotante del Lago Titicaca

Las islas flotantes de los Uros, son una serie de islas artificiales en el Lago Titicaca, del lado peruano, creadas por los Uros.
Los Uros son una etnia anterior a los Incas, originarios del lago Uro-Uro en Bolivia, que para escapar de las guerras Incas, se refugiaron en el Lago Titicaca.
Primero, construyendo embarcaciones de totora, una planta que se encuentra en abundancia a las orillas del lago navegable más alto del mundo.
Los Uros son isleños nómadas. Anclan las islas donde quieren y cuando se cansan del sitio se mueven como si fueran barcos. También puede ocurrir que si anclan mal la isla se pueden despertar por el otro lado del lago. Las islas están hechas de totora y cuerdas y las casas también. Esta alfombra de totoras tiene un espesor aproximado de unos 50 cm. Es una forma totalmente distinta de vivir.
Con el tiempo, la experiencia que fueron ganando, los llevó a construir islas artificiales uniendo sus embarcaciones, y luego expandiéndolas utilizando la totora.
Estas islas llegan hasta 3 metros de espesor y están en constante mantenimiento ya que los materiales naturales con las que están construidas se van degradando.
Actualmente existen 82 islas artificiales (o 30 islas, o 20, según quien te lo cuente), donde en cada una vive una familia, y cada isla tiene a su jefe.
Además, existen islas comunitarias, donde, por ejemplo, hay una iglesia, cancha de fútbol, entre otros. Y claro, la isla capital, una isla en la cual me extenderé más abajo para exponer una de las mentiras de los Uros.
Para poder visitar las islas flotantes de los Uros es necesario llegar hasta la ciudad de Puno, en la orilla del Lago Titicaca en el sur de Perú. A solo tres horas de la frontera con Bolivia, Kasani. Frontera conocida ya que se encuentra a solo 15 minutos de Copacabana, uno de los clásicos de Bolivia y del Lago Titicaca. Sobre todo, porque desde Copacabana salen los barcos a la famosa Isla del Sol.
Desde Bolivia la mejor forma es llegar desde Copacabana, a solo tres horas en ómnibus. Y a Copacabana se llega desde La Paz, en otras cuatro horas de ómnibus.
Desde Perú se puede llegar desde Arequipa, o Cusco, principalmente. Desde Cusco son unas 8 horas en ómnibus. O sino, al aeropuerto de Juliaca y desde ahí un transfer a Puno.
Una vez en Puno, los vendedores te van a bombardear con los tours a las islas flotantes de los Uros. Apenas pises la terminal de ómnibus, en la calle o en los alojamientos. O sino, te vas directamente al muelle donde encontrarás el mejor precio. Si bien hay varias agencias que se encargan del tour, según mi experiencia, son todas iguales. Por lo que no te compliques mucho al elegir.
Costos Extra
Pregunta si incluye la tasa de embarque la cual se abona en el muelle. La mayoría de los tours ya la incluyen en el precio. Además, hay otro cobro, como un ticket de ingreso a las islas. También a la hora de negociar el precio, pregunta si incluye ese otro gasto. En total, debe quedarte alrededor de 20 soles. Demoras unos 30 minutos en llegar desde el puerto de Puno a las islas. Y en total, el tour tiene una duración de 3 horas. Si lo haces a la tarde, regresarás a Puno en la noche, logrando ver la ciudad iluminada desde el lago. 

El Tour
Te pasan a buscar por tu alojamiento, y desde ahí irás al puerto, para continuar en barco y con un guía local hacia las islas flotantes de los Uros. Como te contaba arriba, cada isla tiene una familia y un jefe. Por lo que existe un sistema de rotación, y las agencias van llevando a los grupos a diferentes islas, para que todas las familias reciban su parte. Vale aclarar, que no todas las familias aceptan turistas. Algunas islas no se pueden visitar. Son familias que prefirieron conservar sus tradiciones y cultura, antes que camuflarse para el turismo. El tour te llevará a una isla donde conocerás a la familia, te mostrarán su forma de vida, y explicarán cómo están construidas las islas flotantes, las cuales están ancladas en el Lago Titicaca para que no se muevan de lugar con el viento. Esta explicación es algo relativa, ya que estás familias viven del turismo. Pero te lo cuentan como si aún siguieran viviendo de la forma tradicional. También, intentarán venderte artesanías, las cuales serán más caras que en el continente. Y no verás nada que no puedas conseguir en cualquier otra ciudad de Bolivia o Perú.

Paseo en Barco


Además, te insistirán en dar un paseo en su barco de totora. El precio del paseo suele ser de 10 soles, pero si ven que no hay interés, lo bajan a 5 soles. Algunos jefes pueden llegar a pedir hasta 5 dólares. Estos barcos de totora, si bien son muy fotogénicos y una linda experiencia… es otra de las mentiras de los Uros. Esos barcos no son originarios de su cultura. Fueron creados hace poco tiempo, básicamente para el turismo. Y son impulsados a motor. No tienen nada de tradicional.

Un Paseo que Genera más Tristeza que Alegría
Para mí, lo más interesante es la explicación de cómo construyen y mantienen las islas, y caminar sobre ellas.
El resto, da lástima, pena, y tristeza de ver como el turismo arruinó esta cultura, o al menos, parte de ella, ya que como decía, hay familias que no aceptan trabajar con el turismo.
Lo que veo mal de estas islas y la etnia de los Uros, es que han perdido su esencia, lo original, lo que los hacía ser los Uros.
Hoy en día, no pasan de unos malos actores de una cultura antigua.


Todo empieza con un tipo de junco que crece en el agua

Unas pequeñas plataformas de totora destacan entre el intenso azul de la parte peruana del lago Titicaca, cerca de la bahía de Puno. Son las islas flotantes artificiales de los uros, un pueblo ancestral que habita en pequeñas comunidades en medio del lago navegable más alto del mundo.
Los islotes amarillentos en los que estos habitantes levantan sus casas están construidos con un tipo de junco llamado totora que crece en el agua. Los uros recolectan sus raíces cuando salen a flote, en la época de lluvia, cortan grandes bloques y los van uniendo hasta que forman una isla flotante que puede perdurar hasta 23 años.
"Son los hombres quienes recolectan la totora, porque ellos son los que saben cuáles son las raíces buenas. Si tienen mucha tierra, se hunden", explica José, uno de los guías turísticos que acompañan a los turistas a visitar a los uros.
Para mantenerlas, cada 20 días se añade una nueva capa de totora sobre la superficie y anclan las islas con cuerdas, estacas y piedras que se hunden a una profundidad de unos tres metros, explica el presidente de una de las comunidades.
A lo largo del año, el nivel del Titicaca apenas sube unos dos metros, en gran parte debido a la evaporación pero también gracias al río Desaguadero, que descarga agua en otro lago en la parte boliviana.
En cada isla conviven entre cinco y siete familias que subsisten gracias a la caza y la pesca que luego venden o cambian en el mercado de Puno. Además, realizan hermosos y coloridos bordados y artesanías de totora que venden a los turistas que les visitan.
También las viviendas y algunas de las embarcaciones que utilizan están fabricadas con totora, planta que además comen y utilizan como medicina. Las casas, de forma rectangular, son unos pequeños habitáculos de una sola pieza en los que duerme toda la familia.
En cuanto a las embarcaciones, que pueden tener incluso dos pisos, tardan unos seis meses en construirse y pueden utilizarse unos siete años. "En 1947, la expedición del explorador noruego Thor Heyerdahl recorrió 4,700 millas entre Perú y la Polinesia francesa en una balsa similar a las que construyen los uros", cuenta José.
Situado a unos 3,800 metros de altitud, el lago en el que viven los uros está rodeado de misticismo. Titicaca -que significa puma de piedra- es según la leyenda el lugar del que surgió Viracocha, el Dios Sol, quien a su vez envió a Manco Cápac a fundar la próspera cultura inca en Cuzco.
Los uros, por su parte, fueron una de las primeras formaciones culturales del Altiplano y su origen se remonta a la época preinca. Según algunas teorías procedían de Bolivia pero emigraron a las zonas costeras después de que se produjeran grandes sequías entre los años 900 y 1,200 d.C.
En un principio habitaban en tierra firme pero decidieron construir islas flotantes para evitar ser conquistados por los tiahuanacos, collas e incas. Además, descubrieron que en pleno lago tenían más medios de supervivencia gracias a la caza y la pesca. Su idioma originario, el pukina, se fue perdiendo y adoptaron el aimara, que siguen hablando junto con el español.
ACTUALMENTE HAY ALREDEDOR DE UNAS 80 ISLAS UROS EN EL LADO PERUANO DEL TITICACA Y SE ESTIMA QUE EN ELLAS VIVEN EN TORNO A 1,800 PERSONAS, QUE POR LO GENERAL SE EMPARENTAN ENTRE ELLAS.
Cada isla tiene un presidente y hay un jefe máximo para todas ellas.
Aunque el modo de vida sigue siendo tradicional, junto a algunas de las casas pueden verse pequeños paneles solares que les proporcionan unas tres horas de electricidad por las noches.
El gobierno de Alberto Fujimori fue el primero en entregarles esos paneles, en los años 90, y a mediados de 2015 el actual gobierno les hizo llegar otras 600 placas. Para evitar incendios cocinan al aire libre sobre totora húmeda, aunque también cuentan con unos hornillos de gas que utilizan en el interior de las cabañas cuando llueve.
Los miembros más pequeños de las familias juegan entre las faldas de sus madres mientras estas tejen o atienden a los turistas. También van al colegio, que está a una media hora de distancia en barca.
Muchas veces son los niños mayores los que reman y llevan a los más pequeños a clase, pero otras es la propia maestra la que recorre las islas para llevarles a la escuela, explica José. La primera escuela que hubo en las islas era adventista, fundada por estadounidenses, pero ahora cuentan con varios centros más de educación primaria.
"Las nuevas generaciones de uros están cambiando y muchos de ellos se van a estudiar o trabajar fuera", cuenta el guía. "Quizás a esta forma de vida puede llegar a extinguirse".
Pero por ahora los hombres y mujeres de las islas flotantes siguen saliendo sonrientes a recibir al visitante con su tradicional "kamisaraki" (¿qué tal?) y le despiden desde su universo de totora mientras este se aleja de vuelta a Puno o se adentra en el lago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario