Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
La primera vez que Borges escribió una dedicatoria para
María Kodama fue en el poema “La luna”, incluido en el
libro La moneda de hierro, publicado por Emecé, en 1976.
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