El privilegio de la pausa
Saber que uno siempre cuenta con el privilegio de la pausa. Descender la intensidad de la marcha. Acomodarse en el piso. Sacarse los zapatos. Tocarse el latido del corazón y sentir qué quiero que siga ahora y qué no.
Así. Escuchando tu respiración como respuesta. Con la cabeza, inclinada, mirando a ese Cielo que guarda tu vuelo.
Tranquila. Despacio. En ese silencio donde la verdad, siempre, te es revelada.
Eso. En pausa. Date el permiso hermoso de frenar.
Así. Tu cuerpo a la altura de tu alma. Que espere el que pueda esperar. Lo importante acá es que te sepas esperar vos. Eso también es curarse.
Lorena Pronsky
Ilustración Daniela Prezioso Einwaller
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