El primer café del día. Ir de cañas con tus amigos. Hacer algo a escondidas y que nadie te pille. Una borrachera tonta con el amor de tu vida. El primer beso. Las tormentas de verano. El sol de invierno. Que te toquen el pelo hasta quedarte dormido. Un ‘te quiero’ verdadero. Reunirte con “los de siempre”. Los buenos comienzos. Ese adiós que sabes que será un hasta luego. Aprobar un examen. Beber algo caliente en invierno. El primer helado de la temporada. Hacer el amor. Un buen vino. Que te inviten al teatro. El olor a nuevo. Quitarte los zapatos al llegar a casa. Sumergirte en un buen libro. Poder sentarte en el metro. Una segunda oportunidad. Tumbarte en la cama después de un día agotador. El lado fresquito de la almohada. Que pongan en la tele tu peli favorita. Poder presumir de tus padres. La sonrisa de tu abuela. Viajar. Pillar un chollo en las rebajas. Salir del médico con buenas noticias. Un mensaje inesperado. Los momentos de silencio total. Remolonear en la cama un día de frío y lluvia. Llegar a casa y tener la comida preparada. Acostarte sabiendo que no tienes que madrugar. Cumplir un sueño. Que alguien te confíe un secreto. Descubrir una foto antigua. Un piropo sincero. Ver el amanecer al volver de fiesta. Salir y no tener resaca. Que te calienten los pies. Entradas para un concierto de tu cantante favorito. Escuchar tu canción preferida en la radio. Ese “déjalo, yo invito”. Ayudar a alguien. Explotar las burbujas del papel de embalaje. Que valoren tu trabajo. Encontrar un billete en el bolsillo de ese abrigo que no te ponías desde el invierno pasado.
Somos el conjunto de nuestros placeres favoritos.
Paula Pastor
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