Y es que fue así como la rompieron tanto, tanto, que ni apenas se encontraba. No sabía a veces si hacerlo, ni cómo abrazarse, ni siquiera cómo volver a amarse.
Era desastre, caos, tormenta, pero no de esas pasajeras...de esas que arrasan todos y cada uno de los rincones por los que pasan y no dejan nada.
Ella que siempre había salido de todo, de las peores batallas, no quería ser una guerrera, no, no tenía ganas. Sí que es cierto que podía ser loca, al igual que fuerte, pero lo mismo lloraba por el miedo a no saber mantenerse en pie. Y así iba, por la vida como si no le doliera nada, como si su corazón y su alma estuvieran intactas.
Pero en realidad y en el fondo, en ese fondo que nadie conocía no era así.
Y es así como pensaron que jamás lo lograría, que no saldría de cada uno de los precipicios por los que cayó sin asomarse, pero lo hizo y calló tantas bocas que ni siquiera tuvo tiempo de contarlas.
Porque como dicen, lo que no mata, te hace más fuerte, más valiente y más sabia con el paso del tiempo.
Patricia Girol
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