«Aprendí, que dirigir mis ojos hacia el cielo cada noche, no es sólo para contemplar la luna y las estrellas. También puedo, dirigir los ojos del alma, cada noche hacia el cielo, para agradecer poder llegar al fin del día. Incluso, agradecer por las batallas perdidas y las ganadas.
No importa el tamaño y seriedad de los obstáculos, siempre los veré como un impulso para fortalecer mis pasos y crecer.
𝘼𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙞́, 𝙖 𝙪𝙨𝙖𝙧 𝙡𝙖 𝙚𝙨𝙥𝙚𝙧𝙖𝙣𝙯𝙖, 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙖𝙡𝙢𝙤𝙝𝙖𝙙𝙖 𝙘𝙖𝙙𝙖
𝙣𝙤𝙘𝙝𝙚, 𝙮 𝙖𝙨𝙞́ 𝙨𝙤𝙣̃𝙖𝙧, 𝙘𝙤𝙣 𝙡𝙖𝙨 𝙫𝙞𝙘𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙫𝙚𝙣𝙙𝙧𝙖́𝙣
𝙢𝙖𝙣̃𝙖𝙣𝙖 ».
Marcela J Villalón
Fotografía: Radoslaw Dranikowski
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