Aprendí que a veces solo nos queda confiar en la marcha, para comprobar que alguien nos supo cuidar en nuestra vulnerabilidad, cuando no pudimos solos.
Aprendí que tener los pies en la tierra no es tan malo si con el alma aún sabemos volar.
Aprendí que aunque cambiemos de lugar, nos podemos sentir en familia, que cuando una situación nos trunca el camino, siempre podemos encontrar otros destinos.
Aprendí que podemos ser aprendices y maestros al mismo tiempo.
Aprendí que la vida se trata de lidiar paso a paso con lo incierto.
Aprendí que amar y dejarse amar no es tan difícil como lo cuentan, que bastan unos ojos que te miren desde el alma.
Aprendí que incluso cuando nos sentimos vencidos sacamos fuerzas inexplicables para aferrarnos a la vida.
No sé si lo aprendió él, lo aprendí yo, o todos lo que supimos quererlo y acompañarlo.
Enseñamos, aprendimos y sabemos que al final, siempre seremos el amor que dimos.
CinWololo/ Diario de un Colibrí
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