El trabajo de sanación inicia en nuestro corazón, el universo nos manda mensajes, nuestro cuerpo nos hace notar lo cansado que está de ciertas repeticiones y creencias.
Y cuando pedimos curación el camino se abre, los árboles nos enseñan una puerta, que conduce a un jardín desconocido, lleno de hierba y lodo. Lleno de espinas y flores secas, y es ahí donde comienza nuestra misión, sacando el barro desde el fondo, descendiendo a profundidades oscuras e infinitas, ahí en una tierra que promete volver a ser fértil.
Es la luna la que nos alumbra en esa penumbra tan sagrada, que nos ayuda a tener fuerza de voluntad para ese cambio de piel.
Yo ofrendo mi misión a la energía creadora, transmuto todo lo que he querido controlar y manipular y lo entrego a la libertad absoluta y a la confianza; agradezco a cada relación por mostrarme lo que tengo que trabajar en mi.
Dejo de culpar y comienzo a observar, ¿de dónde vienen esas repeticiones? ¿Qué creencia me está limitando? ¿Qué estructuras mentales tengo que derrumbar? Y al observar, me hago responsable absoluta de mi ser y asumo las consecuencias de todos mis actos. Me doy cuenta si lo que hago, siento y pienso está en congruencia y alineación.
Me detengo un momento y observo si predico con el ejemplo, si en realidad me amo. Si he dejado de mal tratarme. Si ofrendó mis pasos y mi danza, si respeto a mi Madre Tierra. Si honro a los elementales y a todos los seres vivientes y latientes.
La sanación es un camino, es el paseo mismo, es el poder de la auto compasión y de la humildad, es aprender a retroceder si no nos quedo clara la visión. Es la lentitud y la firmeza. La sanación es un viaje que tiene inicio pero no final. Es reflejarte en las plantas y minerales, en los animales, es relacionarte con los planetas y sus lunas, con las constelaciones y sus estrellas.
Es pasear por los lugares más remotos de tu mente y volverte un observador silencioso y pacífico.
Es reconciliarte con tu único e irrepetible ritmo, es reconocer tu respiración y valorarla como el alimento de tu alma, tu conexión con la materia más sutil.
La sanación es desnaturalizar el sufrimiento, la violencia, la incapacidad de amar. Es renacer en amor, en armonía, en lentitud y paz.
La sanación derrite barreras, deshace nudos, une lo separado, y vuelve a hacerte parte del tejido cósmico.
La sanación es el renacimiento del amor, el único y verdadero amor, aquel que no tiene limites ni condiciones. La sanación es amar la vida y sostener el rezo que has venido a sembrar
Por nuestra propia relación y todas las que tejemos.
ASI ES Y ASI SEA.
Texto de Lucrecia Astronauta
Ilustración Yelena Bryksenkoba
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