En la década de los 40 vieron la luz Ficciones (1944) y El Aleph (1949) de Jorge Luis Borges, obras maestras absolutas del relato fantástico que abrieron el camino para la dignificación y consolidación de este género entre lectores y críticos hispanohablantes. Pero Borges no estaba solo en su labor; Adolfo Bioy Casares, íntimo amigo y colaborador de Borges, ya había emprendido su búsqueda de una voz personal en el campo de la ficción fantástica que culminaría con la publicación de las novelas La invención de Morel (1940) y Plan de evasión (1945) y de la colección de cuentos La trama Celeste (1948) que, desde mi punto de vista, aunque menos conocidas, casi se encuentran al mismo nivel de las creaciones de Borges, a las que, en cierta medida, complementan.
A partir de El sueño de los héroes (1954), Bioy, sin abandonar los aspectos fantásticos, incorpora elementos costumbristas y humorísticos, haciendo que su estilo cambie bastante. A mí personalmente, las obras de este periodo final me gustan menos que las tres obras mencionadas. Pero volviendo a La trama Celeste, cabe decir que seguramente es su libro de relatos más logrado y perfecto, y muchos de los cuentos que lo integran se han incorporado a infinidad de antologías de literatura fantástica y de cuentos. La prosa literaria cultivada por Bioy en estos años es de una exactitud y perfección verdaderamente bella, que huye deliberadamente de estructuras sintácticas complejas y excesivamente barrocas.
Viejas como el miedo, las ficciones fantásticas son anteriores a las letras. Los aparecidos pueblan todas las literaturas: están en el Zendavesta, en la Biblia, en Homero, en Las mil y una noches […] Ateniéndonos a Europa y a América, podemos decir: como género más o menos definido, la literatura fantástica aparece en el siglo XIX y en el idioma inglés. (Prólogo a la “Antología de la literatura fantástica”)
Un procedimiento reconocible en Bioy Casares es la utilización de algunas teorías científicas o filosóficas como base de la construcción de los mundos imaginarios de sus ficciones para explotar sus posibilidades imaginarias y estéticas (en estos cuentos se encuentran ejemplos). La dislocación espacial y temporal y la búsqueda de la inmortalidad son algunos de los temas de estos textos. A Bioy, para quien la escritura fue siempre un riguroso ejercicio mental (se nota la influencia de la literatura policial clásica), le gustaba que sus cuentos tuvieran una explicación fantástica, pero no sobrenatural.
La trama celeste está compuesto de seis relatos cortos, todos de altísima calidad. En El perjurio de la nieve, las convenciones del género fantástico, la circularidad temporal y el mito del eterno retorno, se combinan admirablemente con la trama del policial. En La trama celeste Bioy desarrolla la concepción de la pluralidad de los mundos en una Buenos Aires en la que existen espacios paralelos, pequeñas diferencias de calles y pasajes, y que está determinado, también, por distintas temporalidades. Aquí, es un aviador que, tras algunas piruetas en el aire, aterriza en el aeropuerto de otro Buenos Aires casi idéntico. De los reyes futuros toma como motivo las imprevisibles consecuencias de los experimentos de un naturalista, mantiene la intriga hasta el final y nos recuerda el relato de H.G. Wells, La isla del doctor Moreau. En El otro laberinto, István, el protagonista, muere persiguiendo un manuscrito falso que es nada menos que la historia de su propia vida. Nunca llegamos a leer el manuscrito. El efecto final es la completa confusión e indeterminación. En memoria de Paulina es una historia de amor que trasciende la muerte, casi una historia de fantasmas clásica con la inclusión del tema del doble. En el cuento El ídolo es posible descubrir las trazas de un acontecimiento mítico que sale a flote por medio de un ritual que encuentra su realización en el sueño.
Siempre quise a Paulina. En uno de mis primeros recuerdos, Paulina y yo estamos ocultos en una oscura glorieta de laureles, en un jardín con dos leones de piedra. Paulina me dijo: Me gusta el azul, me gustan las uvas, me gusta el hielo, me gustan las rosas, me gustan los caballos blancos. Yo comprendí que mi felicidad había empezado, porque en esas preferencias podía identificarme con Paulina. Nos parecimos tan milagrosamente que en un libro sobre la final reunión de las almas en el alma del mundo, mi amiga escribió en el margen: Las nuestras ya se reunieron. “Nuestras” en aquel tiempo, significaba la de ella y la mía.Para explicarme ese parecido argumenté que yo era un apresurado y remoto borrador de Paulina. Recuerdo que anoté en mi cuaderno: Todo poema es un borrador de la Poesía y en cada cosa hay una prefiguración de Dios. Pensé también: En lo que me parezca a Paulina estoy a salvo. Veía (y aún hoy veo) la identificación con Paulina como la mejor posibilidad de mi ser, como el refugio en donde me libraría de mis defectos naturales, de la torpeza, de la negligencia, de la vanidad. (“En memoria de Paulina”)
El extenso e interesante estudio preliminar de Pedro Luis Barcia da las claves de la evolución literaria de Bioy, así como ofrece un estudio detallado de cada relato. Yo recomiendo leerlo al final para no desvelar el argumento y final de los cuentos.
Concluyo señalando que La trama celeste es un libro capital para los aficionados a la gran literatura fantástica en español. La bonita edición de Castalia es impecable. Un libro para leer muchas veces. Totalmente recomendable.
Editorial Castalia (2011)
Colección: Clásicos, 184
Edición y Prólogo: Pedro Luis Barcia
270 págs.
Colección: Clásicos, 184
Edición y Prólogo: Pedro Luis Barcia
270 págs.
En los seis relatos fantásticos que componen este libro de 1948, la inagotable imaginación de Adolfo Bioy Casares teje sin parar en torno a los juegos de apariencia y realidad, espaciales y temporales, a los laberintos y al poder de la mente sobre la materia. Considerado por Borges como uno de los mejores escritores argentinos, concibió una trama celeste (o divina) donde conviven un asesino pasional, un hombre sometido al arbitrio de animales mutantes, una víctima perseguida por los sectarios del culto al perro, un hombre que traspasa una puerta y retrocede dos siglos, y otro que, mediante un rito mágico, detiene el tiempo.Y, junto a todas estas historias, la pieza que da título al conjunto: La trama celeste. Narrada en primera persona por Carlos Alberto Servian, cuenta las peripecias de su amigo, el capitán Ireneo Morris, que sufre un accidente mientras pilota un avión; a partir de ese momento, entra en un universo paralelo, con similitudes y diferencias respecto de nuestra realidad cotidiana.
Un estudio preliminar de Pedro Luis Barcia sitúa la obra en el conjunto de su narrativa, señala sus líneas axiales, discrimina en todos los relatos los temas entrecruzados en red y analiza el concepto del fantástico en la literatura según Bioy. (Sinopsis de la editorial)
Nacido en Buenos Aires en 1914 y fallecido en la misma ciudad en 1999, Aldolfo Bioy Casares fue uno de los grandes escritores argentinos contemporáneos, amigo íntimo de Borges, con el que coescribió algunas obras. Entre sus libros figuran varias novelas, como La invención de Morel o Plan de evasión, además de cuentos, ensayos y libros policíacos escritos con Borges.
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