Soy algo más que todas mis batallas perdidas o mis horas de desconsuelo. Me niego a ser también parte de quien me hizo daño. Lo que refleja mi espejo en el presente es la actitud ante ese pasado que lejos de borrar, acepto y supero para ser alguien más hermoso, más fuerte, más digno.
Boris Cyrulnik, célebre neurólogo, psiquiatra y etólogo francés, comenta en sus trabajos que la resiliencia es como un jersey de lana que hemos ido tejiendo sin saberlo a lo largo de todo nuestro pasado. Cada hebra que lo conforma y lo define es una emoción, un pensamiento, una conducta positiva y valiente que nos ha permitido ser lo que de verdad deseamos y merecemos: personas más fuertes.
Querido pasado: ya no me dueles, ya no me desvelas ni me atormentas. Soy más fuerte que todas las heridas que me infringiste, y lejos de mirarte con lágrimas, me alzo ya como lo que deseo ser: alguien más hermoso que le sonríe con pasión al presente.
Enfoques como la psicología de la Gestalt también nos aportan estrategias muy interesante sobre el tema. Para los gestaltistas la única experiencia que importa es la de vivir en el «aquí y ahora», siendo conscientes de nosotros mismos. Ahora bien, entonces… ¿dónde queda nuestro pasado?
El pasado existe y es importante porque puede determinar tanto la realidad como la calidad de nuestro presente. Por ello, debemos actuar con responsabilidad, gestionando esos conflictos que, de algún modo, enturbian nuestro equilibrio en este mismo momento. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Soy algo más que todo aquello por lo que he pasado
Tú no eres esa voz que de niño te gritaba constantemente que eras torpe y que todo lo hacías mal. Ahora, eres tu actitud ante ese recuerdo, ante ese pasado. Eres la persona que se ha demostrado a sí misma «que eres hábil y que haces cosas realmente bien».
Entre la vivencia traumática del ayer y la reacción del presente, se abre todo un camino de delicada y profunda lucha personal. Se trata simplemente, de «tricotar» cada día nuestros pedazos rotos y nuestras heridas gracias a los hilos de autoestima, a los botones de esperanza y a esas hebras de resiliencia que definía el doctor Cyrulnik.
La artesanía de sanar corazones fragmentados y almas llenas de pesares no se solucionan de un día para otro. El tiempo, en contra de lo que suele decirse, no borra ni edita el dolor del ayer. En realidad, nos transforma. La persona que haya gestionado de forma adecuada esa vivencia complicada, avanzará hacia su horizonte personal de forma más madura, más valiente y renovada.
En cambio, quien se aferra a su pasado de forma ciega y obsesiva pierde su futuro. Quien se empeña en sumergirse nuevamente en sus huecos oscuros, en las voces que le gritaron o en los rostros que le hicieron daño, caerá en una compleja agonía psíquica. En un laberinto personal muy doloroso.
El arte de navegar entre los torrentes
Si concebimos la vida como el viaje por un río, entenderemos que en algún instante, puedan aparecer esos intensos torrentes donde la fuerza del agua nos puede embestir e incluso sumergirnos hasta el fondo. El arte de navegar por estas aguas, a veces calmas y a instantes llenas de imprevistos, requiere por encima de todo ser un hábil estratega en materia emocional.
Hemos de ser conscientes de que ante la adversidad, nuestros cerebros van a reaccionar de forma primaria y mediante mecanismos de defensa muy específicos. Un ejemplo de ello es el estrés y esa respuesta cognitiva basada en el miedo, en la indefensión y en esa tendencia a anticipar el futuro de forma muy negativa. En caso de no gestionar estas situaciones, nos convertiremos en una hoja frágil llevada de forma caótica por la corriente del río y el viento.
El arte del buen navegante requiere saber mantener el equilibrio. El desasosiego, el rumor del pensamiento negativo, los miedos o el resentimiento son como piedras en el corazón que provocarán, irremediablemente, que nos hundamos en nuestros ríos vitales. No lo permitas.
- Desde la Gestalt nos recuerdan que es necesario tomar conciencia de esos hechos del pasado que nos enturbian en este mismo momento. Hay que desmenuzarlos, ponerlos bajo nuestros microscopios para comprender cómo nos están afectando en el aquí y ahora.
- Una vez tomamos plena conciencia sobre cómo nos deforman, cómo nos alejan de lo que de verdad nos gustaría ser en este momento presente, es momento de afrontarlos.
- Piensa que tú no eres tus errores del ayer. No eres quien te negó su amor. Tampoco eres quien te menospreció o quien te dejó por otra persona. Mírate ahora en el espejo y piensa en quién te gustaría ser de verdad.
- Todos nosotros somos nuestra actitud ante la vida y no un simple resultado de todo lo que nos ha sucedido. La mente interpreta, evalúa y afronta cada acto vivido mediante la autoestima, la resiliencia y la esperanza.
Ponlo en práctica, no te limites solo «a dejarte llevar» por los cauces de este río. Batalla cada día por aquello que deseas ser y recuerda que a veces, es mejor olvidar lo que sientes y recordar lo que en verdad mereces.
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