sábado, 9 de mayo de 2020

LA LEYENDA DEL MONTE FUJI

Un día, un viejo campesino se encontraba en un bosque cuando vio un bambú brillar. Al cortarlo, encontró a una niña del tamaño de su pulgar. El viejo la llevó a casa y junto con su esposa la adoptaron y nombraron Kaguya-hime. A partir de ese momento, cada vez que el viejo cortaba un pedazo de bambú, en su interior encontraría un pedazo de oro, convirtiéndolos en una familia rica. La niña creció del tamaño de una persona ordinaria y de singular belleza. Príncipes de todo el país pedían la mano de Kaguya-hime, quien siempre los rechazaba. Finalmente, el emperador de Japón, Mikado, se enamoró de ella y le pidió su mano. El emperador, al igual que los príncipes, fue rechazado. La joven confesó a sus padres que ella realmente era una princesa de la Luna, y que pronto su gente vendría por ella. El emperador mandó a guardias a custodiar la casa para impedir que la gente de la Luna se la llevara. Esto no impidió su partida. El emperador recibió de su parte una carta y un elixir de la inmortalidad. Al leer la carta, y con una profunda tristeza, preguntó a sus sirvientes cuál era la montaña más cercana al cielo, alguien respondió que la montaña en la provincia de Suruga. El emperador ordenó que fueran al punto más alto de ésta y quemaran una carta escrita por él, junto con el elixir de la inmortalidad, con la esperanza de que así llegaría su mensaje a la Luna. El elixir nunca se apagó y ocasionó que la montaña se convirtiera en un volcán.

La leyenda japonesa más antigua de la que se tiene registro sugiere que el monte Fuji recibió su nombre de la palabra inmortalidad (不死 fushi).

El 23 de junio de 2013, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nombró al Monte Fuji Patrimonio de la Humanidad por su valor cultural.

Fuente: Cultura Inquieta.

Fotografía: Monte Fuji. Japón.

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