Imagen: Evidence of Autumn, Jimmy Lawlor
Cualquier esfuerzo para sanar tu corazón, para recuperar los ánimos y sentir que de nuevo eres tú, vale la pena. No tengas miedo ni te sientas culpable por tomarte un tiempo para ti misma. Para olvidar las obligaciones, las personas tóxicas, las relaciones indeseables y los fracasos y enfocarte solo en tu crecimiento personal y tu sanación espiritual.
Si aún no estás lista para retomar ciertas actividades o relaciones interpersonales, no te obligues a estarlo. Lo primero en lo que debes pensar es en sanar tu corazón y tu alma. Enfocarte en tu salud mental y en lo que te mantiene tranquila. Tómate el tiempo necesario, no te apresures a ver las cosas diferentes si no estás preparada. Hasta que no sientas que eres tú de nuevo, que te sientas capaz de enfrentar lo que sea y el dolor que te haya hecho desfallecer ya se haya ido, entonces retorna a tu vida con el mismo ritmo de antes.
Entiendo que a veces la vida no nos da tiempo para esperar, para meditar ni para sopesar opciones, pero es así solo porque decimos que así es. A veces, entre el lío de la vida y sus lecciones no nos damos cuenta que cada persona tiene el control sobre su vida. Todos decidimos qué hacer, a qué dirección caminar, con qué personas estar o qué trabajo tener.
¡Tú tienes el control! Por más que sientas que las cosas se te escapan de las manos y sientes más dolor que felicidad, tú tienes el control sobre tu vida. Cada decisión que has tomado te ha llevado a la posición en la que estás, y cuando te das cuenta que una de esas decisiones no te ha funcionado, es momento de tomar una más por tu bienestar. Y esa es alejarte, desprenderte de lo que te tiene atormentada, darte tu tiempo y sanar.
Nadie mejor que tú para decidir lo que te hace bien y lo que no. Si sabes que algo te daña, no insistas en quedarte cerca y tratar de arreglar lo que no se puede o no quiere cambiar. Tómate un tiempo para ti, para reflexionar sobre los errores cometidos, sobre los límites que debes poner para tu vida y sobre la vida misma. En ese periodo en el que te encuentras a ti misma aprendes a conocerte mejor que antes y te das cuenta de lo que mereces y lo mucho que vales.
Sigue tomándote tiempo para ti misma hasta que sientas que eres tú de nuevo, que has recuperado tus energías y las ansias de trabajar por tus metas. Sabes que mereces lo mejor, pero herida no puedes dirigirte a lo que de verdad deseas. Tienes que sanar, tienes que crecer y madurar emocionalmente, esa es la gran ventaja de las dificultades.
Son duras, pero te dejan lecciones de vida. Pues tómate el tiempo que quieras para aprender la lección, recuperar la autoestima y la confianza y volver a sentirte tú misma.
Texto original: albertespinola.com © Todos los derechos reservados.
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