El actual Museo de la Casa Rosada de Buenos Aires (antes conocido como Museo del Bicentenario) resguarda el mural que el artista mexicano David Alfaro Siqueiros pintó en el sótano del periodista argentino Natalio Botana y que estuvo a punto de arruinarse atrapado en una complicada disputa legal.
Toda tesis tiene su antítesis, y probablemente de eso se trata el único mural que David Alfaro Siqueiros pintó en Buenos Aires –con la colaboración de otros cuatro artistas–, allá por el año 1933, llamado Ejercicio Plástico.
En lugar de tratarse de una obra de arte para las masas, como sus otros murales, fue pintado en el sótano de la casa de campo del adinerado periodista argentino y director del desaparecido diario Crítica, Natalio Botana. Además, utilizó colores menos brillantes que de costumbre y se abstuvo (salvo por un par de detalles) de la iconografía marxista. Pero eso sí, como en todos los trabajos del muralista mexicano, no faltaron la experimentación e innovación.
Reproducción del piso del mural de Siqueiros, frente a la caja de cristal donde se encuentra el auténtico mural. Museo de la Casa Rosada (ex Museo del Bicentenario), Buenos Aires.
Idas y vueltas del destino
Quizá, para adentrarse en la enrevesada historia del mural Ejercicio Plástico, una buena idea sea ver la película El Mural, del director Héctor Olivera, protagonizada por Bruno Bichir, donde se cuentan los avatares históricos y políticos que llevaron a Siqueiros a pintar en el sótano abovedado de la casaquinta Los Granados, de Natalio Botana, en la localidad de Don Torcuato, provincia de Buenos Aires.
Lo cierto es que, cuando Siqueiros llegó a una Argentina gobernada por militares conservadores, era prácticamente imposible que le permitieran realizar sus famosos murales en espacios públicos, como era su intención. De modo que, tras dedicarse a dar conferencias, Siqueiros conoció a un muy influyente Natalio Botana, empresario periodístico, quien le ofreció trabajar en su casa de campo.
Luego, podrás reconstruir en el mismo museo la sucesión de hechos que llevaron, tiempo después, al desmontaje del mural en seis fragmentos, que se colocaron en contenedores, donde permanecieron a lo largo de 16 años, y que estuvieron a punto de arruinarse atrapados en una extensa disputa legal que aún no termina de resolverse.
Pero por suerte, en 2003, el mural fue declarado Bien de Interés Histórico Artístico Nacional, dando el primer paso para su recuperación. En 2008, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner decidió tomar cartas en el asunto, ordenando su restauración y encontrándole un lugar para que el público pudiera disfrutarlo. Así, se ha transformado desde 2010 en la pieza central del Museo del Bicentenario (hoy Museo de la Casa Rosada).
Arte experimental
El mural demandó seis meses de trabajo a Siqueiros y sus cuatro colaboradores, autodenominados el Equipo Poligráfico Ejecutor, conformado por los artistas argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, y el uruguayo Enrique Lázaro. El punto de partida de la obra fue un manifiesto sobre sus intenciones artísticas, que se puede revisar en el museo.
La idea de los artistas era lúdica: que los espectadores se sintieran como sumergidos bajo el mar en una gran caja de cristal. Por ello, los expertos recomiendan que, cuando lo visites, pidas permiso para acostarte en el suelo y disfrutar de la mejor manera posible de esta estupenda obra de arte.
Allí descubrirás además, que salvo algún puño alzado, Siqueiros se abstuvo de los motivos políticos y, en cambio, pintó un concierto de mujeres y máscaras sumergidas bajo el agua.
La experimentación fue, también, el leitmotiv de esta obra de arte. Siqueiros y sus amigos, eligieron materiales y técnicas no convencionales: en lugar de utilizar los tradicionales bocetos, proyectaron fotografías sobre las paredes con un cinematógrafo, usaron aerógrafo en lugar de pinceles y sofisticadas pinturas industriales de silicato (parecidas a las que se emplean en los automóviles). Así, los artistas aseguraban que hacían “gimnasia plástica”, mientras llevaban a la práctica sus ideas transformadoras y su búsqueda expresiva.
De modo que si vas a Buenos Aires, no te pierdas la oportunidad de apreciar este peculiar mural de Siqueiros que, ahora sí, está al alcance de todos.
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