Las estatuas veladas se caracterizan principalmente por estar representar figuras humanas cubiertas, total o parcialmente, por un velo. Pero lo más asombroso es que parecen habérselo echado por encima, cuando en realidad está tallado sobre el mismo mármol.
Los expertos en arte aseguran que este tipo de estatuas son grandiosas, ya que los artistas debían poseer un talento sobrehumano para cincelar materiales tan delicados a partir de un material de tan extrema dureza y opacidad como el mármol.
El motivo por el que no son tan conocidas, a pesar de su abrumadora belleza, es porque no fueron muy populares en su época y porque tampoco hubo muchos artistas que hiciesen este tipo de trabajo. Sin embargo, hoy conocemos a un escultor que sí dejó un gran legado escultórico tras de sí, sobre todo gracias a estas hermosas figuras. Su nombre es Antonio Corradini y estas son algunas de sus obras más impresionantes:
Verdad velada, Cappella Sansevero de Nápoles – 1752
Poco se sabe acerca de la vida privada de Antonio Corradini (1668 -1752), salvo que fue un magnífico escultor rococó veneciano que trabajó para Raimondo di Sangro, séptimo príncipe de Sansevero, en la renovación de capilla sepulcral para de su familia. Corradini creó la Verdad velada como parte del elenco de estatuas funerarias del complejo.
Verdad velada, también llamada Pudor Velado o Castidad, es una de las obras más icónicas del artista, donde la figura de la mujer es la protagonista indiscutible.
El velo que cubre el cuerpo fue esculpido con una habilidad extraordinaria, ya que no es nada fácil recrear la delicadeza de un material como la seda en un material tan robusto como el mármol.
Busto de una mujer con velo (Puritas) Museo del Settecento Veneziano, en el palacio
Ca ‘Rezzonico de Venecia – 1725
La técnica empleada en todas estas esculturas es la de los paños mojados, que se conoce desde la antigüedad griega y nace del interés por el estudio de la anatomía humana.
Consiste en esculpir finos ropajes sobre los cuerpos como si estuvieran mojados, de forma que puede vislumbrarse la anatomía de forma insinuante, así como generar tensión en el espectador por el rostro parcialmente oculto.
Tuccia velata, Palazzo Barberini, Roma – 1742 (Galleria Nazionale d'Arte Antica, Roma)
Los cuerpos de estas esculturas aparecen vestidos y desnudos al mismo tiempo. Se trata de un juego de sutilezas bastante interesante y que ha tenido gran importancia en el mundo de la escultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario