Se dice que un hombre visitó a uno de los filósofos romanos, y el filósofo lo invitó a su banquete, y cuando el hombre comenzó a beber la sopa, vio algo parecido a una serpiente en el plato. Pero siguió bebiendo por la vergüenza, regresó a casa, seguía preocupado por lo que había comido.
De hecho, experimentó un fuerte dolor en el estómago, que le quitó el sueño de los ojos. Cuando llegó la mañana, fue a la casa del filósofo con la esperanza de encontrar una cura para lo que le aquejaba.
Cuán grande fue su asombro cuando el filósofo le dijo que no había ninguna serpiente en el plato, sino que era el reflejo de una imagen dibujada en el techo. Esto se lo confirmó mientras servía otro plato de sopa, y la imagen de la serpiente se reflejó de nuevo.
¡Así el dolor de estómago desaparecía tan pronto supo la verdad!
La serpiente existe sólo en tu mente, la ilusión tiene un poder extraño que puede convertirse en una realidad tangible...
Por eso Ibn Sina (Avicena) solía decir: “El engaño es la mitad de la enfermedad, la tranquilidad es la mitad de la cura y la paciencia es el primer paso hacia la recuperación”.
Vía Gladys Mercado
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