Un día por fin supiste
lo que tenías que hacer,
y empezaste
a pesar de las voces
y los malos consejos
a tu alrededor,
a pesar de que toda la casa
empezó a temblar
y sentiste
aquel antiguo tirón
en los tobillos.
- ¡Arreglá mi vida!
Gritaba cada una de las voces.
Pero no te detuviste.
Sabías lo que tenías que hacer
aunque el viento hurgara
con sus dedos rígidos
en tus cimientos,
aunque su melancolía
fuera terrible.
Ya era bastante tarde
una noche salvaje
y el camino estaba lleno
de ramas caídas,
y de piedras.
Pero de a poco,
mientras dejabas atrás las voces,
las estrellas empezaron a arder
a través de la tela de las nubes
y una nueva voz apareció
y lentamente
la reconociste como propia
y te hizo compañía
mientras caminabas con pasos largos
más y más adentro del mundo
decidida a hacer
lo único que podías hacer.
Decidida a salvar
la única vida que podías...
Mary Oliver
Ilustración Saraja Cesarini
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