El sufrimiento, —por muy singular que ello te parezca— es el objeto por el cual existimos, pues es lo único que nos permite tener conciencia de que vivimos, y el recuerdo de nuestros sufrimientos pasados nos es indispensable, como garantía y demostración de nuestra permanente identidad. Entre los recuerdos alegres y yo existe un abismo no menos profundo que el que me separa actualmente de la alegría. De haberse compuesto nuestra vida común, como el mundo se imaginaba, únicamente de placeres, risas y libertinaje, yo no podría recordar ni un solo pasaje de ella. Por haber estado llena de momentos y de días trágicos, amargos y sombríos en sus comienzos, y terribles y hastiosos en su monótono desarrollo y en sus inconvenientes violencias, es lo que me permite ver hoy, hasta en sus más nimios detalles, los más ínfimos sucesos. Es más: fuera de ello, poco me es dado ver y oír.
De profundis
Oscar Wilde
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