No todo es lo que parece.
Ni fui tan dura, ni tan valiente,
ni tan segura.
¡Si supieran cuántas veces
necesité un abrazo para seguir!.
¡Cuántas veces deseé
retornar a mi infancia
y confesar libremente mis miedos!.
¡Cuántas veces soñé
que tenía alas
y podía alejarme
de lo que me hacía sufrir!.
¡Cuántas veces ansié no ser yo!.
Aún así,
de las guerras salí airosa,
de las tormentas mojada
y después de ellas,
tal como debía suceder,
el Sol volvió a salir.
Siempre hubo pan en la mesa,
no me tapó el agua
y elegí los caminos.
La música de mi corazón
siguió sonando,
el amor me visitó
y cuando lo pedí, el olvido llegó.
Todo sucedió como debía suceder.
En todo este tiempo,
mi espíritu como el junco se dobló
pero, nunca se quebró.
Me alisto para una nueva aventura.
Renuevo mis sueños.
Dejo a un lado lo que ya no sirve
y con la mejor de mis sonrisas
me apresto a salir.
MARÍA ISABEL DÍAZ
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