El tiempo hace su trabajo: Confunde, anula, deshace, mezcla, borra, enmascara. Pero hay un tiempo propio, personal, ajeno al calendario y al lento discurrir de las horas. Quienes no sabemos prever el calendario de las emociones disculpamos la tardanza del corazón como una brújula muerta, y dejamos que nos maneje a su ritmo con implacable cadencia. A veces, acelera y nos conduce ciegos, y otras se demora y su lentitud nos desespera. Por eso existen momentos de fuga y eternidad, para compensar los vacíos vitales en los que el tiempo nos arrolla sin compasión.
📷Manuel Álvarez Bravo
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