Mientras fumas tu cigarrillo, en los laboratorios financiados por las industrias tabaqueras están siendo torturados miles de animales...
A pesar de que las comisiones de salud saben desde décadas que fumar induce a cáncer de pulmón, enfisema y otras enfermedades, la industria tabacalera, en un intento por encontrar evidencias de lo contrario, sigue realizando dolorosos experimentos en perros, gatos, monos, conejos, pollos, ratas, ratones y otros animales.
Otros ejemplos de experimentos con tabaco en animales incluyen:
* Cortar agujeros en las gargantas de los beagles a través de los cuales los perros son forzados a respirar humo de tabaco concentrado durante todo un año.
* Insertar electrodos en los penes de los perros para comprobar los efectos del tabaquismo en el funcionamiento sexual.
* Atarles máscaras con correas en la cara a ratas, ratones y monos y forzarles permanentemente a respirar el humo del tabaco.
* Forzar a perros a estar en ventiladores mecánicos y exponerles crónicamente al humo del tabaco.
* Inmovilizar a monos rhesus en sillas con dispositivos cerebrales (electrodos o agujas estereotáxicas) y exponerles a nicotina y cafeína para ver cómo la cafeína y la nicotina les afecta a la respiración.
Irónicamente, los experimentos en animales engañaron al público durante años ya que ratas, ratones, perros, y otros animales no desarrollarán cánceres en sus pulmones como lo hacen los humanos. Las enfermedades relacionadas con el tabaquismo provienen de estudios epidemiológicos y clínicos en humanos, no en animales.
Las compañías tabacaleras han escondido los experimentos con animales durante años, tratando inútilmente de morigerar los efectos del tabaco en humanos. Experimento tras experimento intentan probar que el fumar no mata.
CLASES DE TEST QUE REALIZAN EN ANIMALES: Realizan casi todo lo que puedas imaginar. Por ejemplo, en los TESTS de toxicidad aguda, toxicidad crónica, irritación de la piel e inhalación, los animales son forzados a ingerir o inhalar todo, desde rímel y tinta a sustancias cáusticas o peligrosas como detergentes y pesticidas. Cada vez que un ser humano prueba por primera vez una substancia, aunque ésta haya sido experimentada mil veces en animales, ese humano correrá los mismos riesgos que si dicha substancia no hubiese sido probada. Todos somos cobayas. La diferencia es que no lo sabemos, no lo autorizamos y ni siquiera nos beneficia.
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