sábado, 12 de mayo de 2012

LA LEYENDA DE LA FLOR DEL AMANCAY

Los originarios pueblos aborígenes llamados "Vuriloches" habitaban la zona de Ten-Ten Mahuida (Cerro Tronador ubicado en la Cordillera de los Andes cerca de la ciudad argentina de Bariloche) desde la naciente del río Manso hasta el Lago Mascardi. Un cacique principal tenía un hijo de nombre Quintral, quien cazaba y pescaba en la orilla del río. Cierto día se sintió observado por una joven india que se había enamorado profundamente de él, pero ella era de origen muy humilde, por lo que el joven y valiente hijo del jefe no quería alentar a la bella india de nombre Amancay por temor a enfrentarse con sus padres que no iban a aceptar tal unión. El tiempo fue pasando, hasta que un día el joven Quintral enfermó gravemente debido a una epidemia que comenzó a diezmar la tribu algunos comenzaron a irse de Co-Cari (Lago Mascardi). Cuando ya quedaban muy pocos en el valle y no había solución posible, la fiebre hacia delirar al joven quien llamaba a su amada, por lo que los padres decidieron buscar a la enamorada para hacerle partícipe de tanto dolor y pedirle disculpas por su necia actitud. Tan desesperada estaba Amancay que corrió en procura de una Machi y ésta le confió que la única forma de salvar al joven indio era la preparación de una infusión con una flor que crecía en la cumbre del Ten-Ten Mahuida. Así, la decidida india empezó a trepar a sabiendas de lo peligroso que era tal hazaña, pero su gran amor por Quintral la impulsaba. Llegó a la cúspide y tomó la flor. Tan contenta y feliz estaba que no vio la gran figura del rey de las alturas, el Cóndor, quien le dijo que la flor sólo podía ser entregada a cambio de un corazón y ese fue el trato que le propuso ya que él era el elegido guardián. La joven sin dudar aceptó el trato con tal de salvar a su bien amado. Entonces el Cóndor entregó la flor y entre sus patas llevó con dificultad el pequeño corazón a sus dominios, mientras las rojas gotas de sangre fueron tiñendo el camino. De esta forma dispuso que en esos senderos regados con la sangre de Amancay fuera floreciendo una hermosa flor amarillo-naranja, bella como su origen y con unas gotas rojas que se fueron desparramando a través de todo el valle y las montañas, pregonando así el mensaje de amor. Por eso se dice hoy en día, que quién regala la flor del Amancay te entrega su corazón.

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