Pachamama, deidad inmortal y bien amada, que tienes tu refugio en las grutas ignotas de la sierra, entre música de quenas invisibles y tibiezas inefables; para Pachamama dueña y señora de los picachos y de los pastos, de las bestias y de los hombres, la que se enoja en los temblores, la que protesta en el rodar de los truenos, la que extravía al hurgador que ofende a la tierra buscando oro, estaño y plomo.
Madre tierra, Diosa de la Naturaleza, que creas cada cosa y siempre haces que el Sol reaparezca como un regalo para las personas.
Protectora del cielo, del mar y de todos los espíritus.
En ti que fluye toda la naturaleza, que nos brindas la alegría de la luz de los días y que mantienes tu promesa de darnos todos los nutrientes.
Nosotros retornamos a ti en forma de espíritus, al final de nuestra vida, que es el comienzo en Ti.
Te damos los agradecimientos por tu benevolencia. Yo me inclino ante tu divino nombre y con la mayor dignidad imploro que nos concedas los dones de tu misericordia.
Te agradezco por todo lo que haces por nosotros, quienes tenemos fe en tus divinos deseos.
Arnaldo Quispe
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