El simple hecho de haberse detenido
en el mismo sitio que antaño,
como si hubiese creído que podía tener
los mismos pensamientos e interesarse
por los mismos espectáculos que entonces,
e incluso que hacía poco, le parecía absurdo,
extravagante y hasta algo cómico, a pesar
de que la amargura oprimía su corazón.
Tenía la impresión de que todo este pasado,
sus antiguos pensamientos e intenciones,
los fines que había perseguido, el esplendor
de aquel paisaje que tan bien conocía,
se había hundido hasta desaparecer
en un abismo abierto a sus pies...
Le parecía haber echado a volar y ver desde
el espacio como todo aquello se esfumaba.
Crimen y castigo,
Fiódor Dostoievski
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