martes, 18 de agosto de 2020

Pedro Salinas

El largo adiós que no se acaba

 


«…Y entramos por el beso que me abres,
y pensamos en ti, los dos, yo solo.»

PS

¿Serás, amor?

un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el mismo encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y sólo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo:
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan,
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el lugar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales.
Es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara
y que lo más seguro es el adiós.

Pedro Salinas

De: «Razón de amor» – 1936

Pedro Salinas Serrano, nació en Madrid, el 27 de noviembre de 1891
Poeta, ensayista y uno de los representantes más importantes de la “Generación del 27″
Murió en el exilio en Boston, el 4 de diciembre de 1951.

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