Hace mucho tiempo, el Sol y la Luna se conocieron y se casaron. Construyeron una casa hermosa en tierra seca y comenzaron su vida juntos. Después de algunos meses decidieron invitar a su amigo el Océano a su casa. "Son muy amables por pensar en mí," dijo el Océano, "pero me temo que no podré aceptar su oferta." "Lo sabía," dijo la Luna, "Usted ya no nos quiere." El océano respondió "Claro que sí pero pienso que no cabría en su casa." El Sol pensó que esto significaba que el Océano pensaba que su casa no era lo suficientemente grandiosa. "Por supuesto que no es eso lo que pienso" respondió el Océano, "Estoy seguro que su casa es igual de brillante que ustedes, pero - ". "Entonces pase por favor," dijo la Luna al mismo tiempo que abría las puertas de par en par. La casa era muy grande y se extendía hasta donde la vista alcanzaba. El Océano se filtró tímidamente a través del umbral. "Pase, pase, hay suficiente lugar para usted, " dijo el Sol mientras reía. Entonces, el Océano comenzó a fluir hacia adentro más rápidamente.
Pronto el suelo entero se cubrió de agua. "Ve, no había nada por qué preocuparse," dijo la Luna. "En realidad, apenas estoy comenzando a entrar," dijo el Océano y al decir esto, una ola enorme se precipitó a través del cuarto y salpicó a las paredes. El Sol y la Luna se elevaron más y más para evitar que se mojaran. Pronto los pescados y las otras criaturas del mar comenzaron a nadar dentro de la casa. "Mil disculpas," pidió el Océano pero el Sol dijo "No se preocupe, hay lugar para todos."
A medida que el Océano continuaba inundando la casa, el Sol y la Luna se vieron forzados a subir más y más hasta que tuvieron que salir a la azotea. "Dígame, mi amigo," decía el Sol viendo hacia abajo, "Ya casi termina de entrar? " "Creo que casi voy a la mitad," rugió el océano. "Son muy amables por invitarme." El Sol y la Luna no deseaban ser groseros y retractarse y entonces simplemente subieron más y más en el cielo. Su magnífica casa flotaba al revés en el agua abajo. Fue así como el Sol y la Luna se establecieron permanentemente en el cielo y encontraron armonía con la Tierra y el Océano. Y aunque se turnan para mirar hacia abajo con curiosidad, nunca han tocado la tierra otra vez desde entonces.
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