El 5 de noviembre de 1983 se publicó el disco con el que el músico reinventó su estética sonora y le dio además la bienvenida al rock argentino a la modernidad.
En 1983, Charly Garcia se mudó una temporada a Nueva York para absorber las vibras de la ciudad más cosmopolita del mundo y se sintió inspirado para grabar su siguiente disco. Acompañado por Daniel Grinbank, su representante, fue con presupuesto suficiente para trabajar en el mejor estudio, Electric Lady, fundado por Jimi Hendrix y uno de los más importantes de la historia del rock. La producción estuvo a cargo del ingeniero de sonido Joe Blaney, que venía de consagrar a The Clash con Combat Rock, el LP más exitoso y musicalmente variado de su carrera, por lo que entendía perfectamente cómo incursionar en otros sonidos sin perder la esencia rockera.
Charly se hizo cargo de prácticamente todos los instrumentos, en especial del piano, los teclados, los sintetizadores y la guitarra. Su intención era sumar a un baterista, pero tras probar al del tecladista Jan Hammer (ex Mahavishnu Orchestra), decidió utilizar la caja de ritmos electrónica, aunque algunas partes las tocó Casey Scheuerell, célebre por sus colaboraciones con Herbie Hancock, Carlos Santana y Stevie Wonder. Participan dos músicos estadounidenses más: el sesionista Doug Norwine toca el saxo en “Nuevos trapos” y el guitarrista Larry Carlton, que trabajó con Steely Dan y Joni Mitchell, hizo lo suyo en “No soy un extraño”, “Los dinosaurios” y “Plateado sobre plateado”. El único colaborador argentino es Pedro Aznar (aportó bajo y voces), que en ese momento vivía en los Estados Unidos como miembro del Pat Metheny Group.
Como todo álbum clásico, su portada también es icónica. Charly salió a caminar por Nueva York con el fotógrafo Uberto Sagramoso buscando una pared donde grafitear la leyenda de una de sus nuevas canciones, “Nuevos trapos”, como iba a llamarse originalmente el disco, y se encontró en una esquina con la silueta oscura pintada por el canadiense Richard Hambleton que le recordó al Siluetazo, una intervención artística que se había hecho en septiembre de 1983 en el marco de una marcha organizada por las Madres de la Plaza de Mayo y otros organismos de Derechos Humanos.
Al lado, otro grafiti rezaba “Modern Clix”, que era el nombre de una ignota banda de postpunk local. Traducido al español, García había encontrado el concepto que mejor encajaba con su nueva música y con la nueva era en la que entraba el país. Clics modernos salió el 5 de noviembre de 1983, un mes antes de que los militares se retiraran definitivamente del poder en Argentina. Sus nueve composiciones se transformaron en la banda sonora de esos vientos de cambio y contagió al resto de los artistas de rock argentino.
La mítica foto de portada de Clics modernos se tomó en la esquina de Walker St. y Cortlandt Alley, en el barrio de Tribeca. Hoy la pared está inmaculada, pero gracias al actor y director Mariano Cabrera, radicado en los Estados Unidos, y al Consulado argentino en Nueva York, las autoridades de la ciudad fue reconocida con una placa alusiva el pasado 6 de noviembre de 2023 como la “Charly García Corner”, que se convertirá en un punto obligado para todos los argentinos que visiten Manhattan.
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