Entendí que no tengo que terminar
mis quehaceres en un solo día.
Que la vida va pasando
y absolutamente nada la detiene.
Que todo se puede acabar
en un abrir y cerrar de ojos.
Entendí que lo material
nunca ha sido importante.
Lo más importante es el tiempo
que nos queda por delante.
Que si no estoy en el trabajo,
me sustituyen.
Pero mi salud emocional
es irremplazable.
Entendí que no tengo por qué
ajorarme al dar una caminata
y ver el paisaje.
Que no me gustan
los apuros en mi vida.
Entendí que la comida
puede llenar el vacío
del estómago,
pero no el del alma.
Que tengo derecho a disfrutar
cada segundo lo que tengo.
Que el dinero puede comprar viajes,
pero no tiempo.
Que cuando necesito espacio, lo tomo.
Que cuando quiero gritar, grito.
Que cuando quiero quedarme en la cama, lo hago.
Que cuando quiero bailar, bailo.
Y cuando quiero llorar, lloro.
Aprendí a escucharme detenidamente,
y a darle prioridad a mis necesidades.
Desde que lo hago,
ya mi café no sabe a prisa.
Glory Miranda
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