A partir de 1938, la amenaza de la guerra provocó la evacuación a gran escala de las colecciones de arte públicas francesas. Los lugares de almacenamiento elegidos para las obras de arte fueron castillos, lugares tranquilos en el corazón de la campiña francesa y lejos de objetivos estratégicos, para así escapar del inminente peligro de bombardeo.
El 28 de agosto de 1939, la Mona Lisa abandonó el Louvre y el 3 de septiembre, cuando ya se había declarado la guerra, se tomó la decisión de garantizar que todas las más preciosas obras serían sacadas de las instalaciones al final del día.
Durante la guerra, la doncella sonriente de Leonardo da Vinci se trasladaría otras cinco veces, antes de ser traída de vuelta sana y salva. Fue un viaje sin precedentes para la pintura más famosa del mundo.
Desembalando la Mona Lisa, Segunda Guerra Mundial, Louvre
Fotografía de Pierre Jahan/Archives des museés nationaux
Trasladando la Victoria alada de Samotracia.
Fotografía de Pierre Jahan/Archives des museés nationaux
En camino
Viajando de polizones en varios cientos de cajas, esculturas, objetos decorativos y 3690 pinturas se pusieron en camino. El viaje fue una hazaña logística de embalaje y carga de camiones. Las carreteras de Francia pronto se vieron atestadas con treinta y siete convoyes que se unieron a las multitudes que ya abandonaban la ciudad.
El evento fue también una oportunidad para contemplar, a menudo con una cercanía sin precedentes, las obras más emblemáticas del museo, de repente bajaron de su pedestal la Victoria de Samotracia, antes de ser enviada al castillo de Valençay, la Venus de Milo o la Mona Lisa , la cual sería trasladada primero a Chambord, luego a Louvigny, la Abadía de Loc-Dieu, el Museo de Montauban y finalmente a Montal, junto con otras pinturas del Louvre.
Jacques Jaujard, director de los Museos de Francia en ese momento, tuvo la poco envidiable tarea de supervisar los movimientos de estas obras almacenadas, bajo la amenaza constante de los peligros de una invasión.
Preparación de la Venus de Milo para su tranporte
Fotografía de Pierre Jahan/Archives des museés nationaux
El espectáculo debe continuar (Ocupación alemana)
El Louvre durante la Segunda Guerra Mundial no dejaba de ser un palacio, en el corazón de una capital que sufría una de las ocupaciones más largas y dramáticas de su historia. Las autoridades alemanas, con la intención de devolver a la ciudad de París una apariencia de vida cultural, ordenaron la reapertura del museo en septiembre de 1940.
Esta apertura parcial fue meramente simbólica, con itinerarios indicados en alemán y muchas de las galerías y salas de exposición completamente vacías y abandonadas. Las señales de la guerra estaban por todas partes, jardines ornamentales transformados para cultivar hortalizas, daños causados por los bombardeos cercanos, etc.
La Grande Galerie del Louvre, vacía
Fotografía de Pierre Jahan/Archives des museés nationaux
El 'Secuestro del Louvre'
Durante la guerra, los nazis saquearon las obras de arte procedentes de colecciones privadas, pertenecientes a familias judías prominentes o a marchantes de arte. Estas obras fueron meticulosamente embaladas y protegidas, como preparación para su partida a Alemania. Este proceso se desarrolló en las galerías del Louvre dedicadas a las antigüedades de Oriente Próximo. El área fue requisada por los nazis y rápidamente inaccesible al personal del museo.
Después de que los nazis tomaran el Jeu de Paume, este sería utilizado como depósito adicional para las obras de arte robadas, el secuestro del Louvre, sin embargo continuó, ocasionando un continuo ir y venir de obras de arte entre ambos museos, con el resultado de que Jacques Jaujard fue incapaz de impedir el traslado al Tercer Reich de los cuadros robados. [Fuente louvre.fr]
Después de la guerra, un nuevo Louvre, transformado por importantes obras de reforma, fue gradualmente abierto al público entre 1945 y 1947. Gracias a las habilidades y tenacidad de los responsables de la salvaguardia de los bienes culturales, todas las principales obras maestras del museo, regresaron al palacio prácticamente indemnes.
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