Eclipsado por obras celebérrimas como The Wall y Dark Side of the Moon —a veces incluso por Wish You Were Here—, Animals es no solamente el trabajo más visceral y maduro de Pink Floyd, sino que con frecuencia se le considera también, entre sus fans más acérrimos, como su álbum más redondo y una de las cumbres del rock progresivo.
De una naturaleza oscurísima y mucho más difícil de digerir que los discos ya mencionados, Animals muestra al grupo en su más vibrante plenitud creativa e interpretativa, además de estar regido por un concepto fascinante: con ciertas libertades de por medio, es una adaptación musical de Rebelión en la granja, de George Orwell, cuya premisa es reinterpretada desde la iracunda perspectiva de Roger Waters.
Las clases sociales están representadas por grupos de animales: las ovejas son el proletariado, carente de conciencia y criterio propios; los perros conforman la clase media, siempre dispuestos a hacer todo lo necesario para formar parte de las más privilegiadas cúpulas de poder, las cuales son encarnadas por los cerdos, quienes desde las alturas lo observan y vigilan todo.
Más allá de las diferencias entre las clases sociales, el disco trata más bien acerca de las aspiraciones de cada una de ellas: su cosmovisión, sus anhelos, su psicología y el hecho de que ninguna es mejor o peor que la otra desde el punto de vista moral.
Es un disco cruel, en donde parece no haber luz al final del túnel ni esperanza después de la tormenta, porque esta es, de hecho, cíclica y sempiterna. Entre tanta grisura y tinieblas, el amor (retratado en las dos partes de "Pigs on the Wing") resulta ser para Waters el único refugio posible ante esta inhumana cacería regida por la supervivencia ya no del más apto, sino del más voraz. Y en ese sentido, es una obra muy difícil de escuchar, de asimilar.
Si bien para 1977 Pink Floyd, como grupo, era ya gobernado casi unilateralmente por Roger Waters, canciones como "Dogs", "Pigs (Three Different Ones)" y "Sheep" muestran a los cuatro músicos en una sintonía pocas veces vista en toda su trayectoria. Cada pasaje instrumental, cada sección está articulada de tal forma que nada sobra y nada falta, incluso en canciones de 10, 15 y 17 minutos.
No será el trabajo más popular del grupo, pero apenas en 2016 Animals fue inesperadamente revalorado en su justa dimensión, durante los conciertos que Roger Waters ofreció en la Ciudad de México. El disco fue interpretado casi en su totalidad, además de que el escenario se transformó en una fiel reproducción de la portada de la obra.
Aquello no fue fortuito: más de 40 años después, el mensaje general de Animals se sostiene tan vigente como cuando fue concebido. Las divisiones sociales planteadas en la obra literaria de Orwell y en la grabación de Waters, Gilmour, Wright y Mason, se han agudizado todavía más.
La incertidumbre y los conflictos humanos se han intensificado en una mayor escala. Los vínculos personales son cada vez más frágiles, mientras que la modernidad líquida de Zygmunt Bauman —involuntariamente presente en muchos de los versos de Animals— se ha cristalizado en una realidad muy concreta. No nos queda más que tratar de encontrar, cada uno a su manera, un refugio que nos proteja de los cerdos voladores y un amor genuino que nos redima de esa incesante disputa entre bovinos, caninos y porcinos.
You know that I care what happens to you
And I know that you care for me too
So I don't feel alone
Or the weight of the stone
Now that I've found somewhere safe
To bury my bone
And any fool knows a dog needs a home
A shelter from pigs on the wing
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