Sahasrara o coronario
El chakra de la corteza cerebral
“Cuando la conciencia se libera de las miles de vibraciones mentales, vitales, físicas en que yace sepultada, se instaura el júbilo”
Sri Aurobindo
La diosa Kundalini, en su viaje de elevación espiritual a través de los chakras, va llevando al ser humano desde el chakra de la raíz, que simboliza la existencia más primitiva, hacia arriba, hasta el Sahasrara o el chakra de la coronilla, donde se encuentra la pureza y la sabiduría del hombre. Cuando se despierta este centro de energía, la persona está abierta a las más increíbles posibilidades del conocimiento cósmico, a la infinita sabiduría de lo divino. Este concepto está representado por la palabra sánscrita “multiplicado por mil” y su símbolo es un halo de mil pétalos blancos, sinónimo del infinito, cada uno de ellos sintonizado con los más elevados estados de conciencia.
Al llegar a este nivel, el intelecto se abandona al poder de la experiencia apasionada y del “saber más allá del saber”. No es extraño, entonces, que los sabios hayan descrito este estado con los términos de bendición, embeleso y éxtasis.
El chakra Sahasrara está ubicado en la coronilla o parte superior de la cabeza. Vibra con los colores violeta, dorado y blanco. Las partes del cuerpo que están asociadas a él son la parte superior del cráneo, la corteza cerebral, la piel y la glándula pineal. Las disfunciones físicas relacionadas con este chakra, son sensibilidad a la contaminación, agotamiento crónico, epilepsia y Alzheimer. Y las perturbaciones emocionales son depresión, pensamiento obsesivo y confusión.
En Sahasrara nos hemos alejado al máximo del mundo material y de las consiguientes limitaciones espacio-temporales. En este sentido, el séptimo chakra se caracteriza por una máxima versatilidad y puede abarcar una gama mucho más amplia que la de los chakras anteriores. Podremos crear, aprender y progresar desde un lugar interior y sin necesidad de movimiento o cambio exterior.
Esta conciencia inmaterial es la fuerza clave que está detrás de todas las fuerzas existentes en el espacio y en el tiempo, ya que todo lo que creamos y percibimos comienza en el interior de nuestra mente.
Algunos dicen que este chakra es el asiento del alma; otros aseguran que es el punto a través del cual la chispa divina de Shiva entra en el cuerpo y le aporta inteligencia. De cualquier manera que intentemos describirlo, conviene recordar que su ámbito es más grande de cuanto pueda explicarse con palabras. En estos casos, sólo vale la experiencia directa.
El éxito y la espiritualidad no tienen por qué ser excluyentes. Sin embargo, cuando se busca el primero haciendo uso del segundo, se produce un estado de desequilibrio que ilustra la diferencia entre ambos arquetipos (el positivo y el negativo), o sea entre el Gurú y el Egocéntrico.
• El Gurú es en muchos aspectos quien posee la clave del éxito en la vida, aceptando sus propias limitaciones y teniendo plena conciencia de que todas las cosas pueden llegar a hacerse realidad.
• El Egocéntrico se siente merecedor y artífice de su bienestar psicológico, que está relacionado con sus logros materiales. El problema es que está tan atareado concentrándose en sí mismo que termina quedándose solo y con un gran vacío espiritual.
El chakra de la corteza cerebral
“Cuando la conciencia se libera de las miles de vibraciones mentales, vitales, físicas en que yace sepultada, se instaura el júbilo”
Sri Aurobindo
La diosa Kundalini, en su viaje de elevación espiritual a través de los chakras, va llevando al ser humano desde el chakra de la raíz, que simboliza la existencia más primitiva, hacia arriba, hasta el Sahasrara o el chakra de la coronilla, donde se encuentra la pureza y la sabiduría del hombre. Cuando se despierta este centro de energía, la persona está abierta a las más increíbles posibilidades del conocimiento cósmico, a la infinita sabiduría de lo divino. Este concepto está representado por la palabra sánscrita “multiplicado por mil” y su símbolo es un halo de mil pétalos blancos, sinónimo del infinito, cada uno de ellos sintonizado con los más elevados estados de conciencia.
Al llegar a este nivel, el intelecto se abandona al poder de la experiencia apasionada y del “saber más allá del saber”. No es extraño, entonces, que los sabios hayan descrito este estado con los términos de bendición, embeleso y éxtasis.
El chakra Sahasrara está ubicado en la coronilla o parte superior de la cabeza. Vibra con los colores violeta, dorado y blanco. Las partes del cuerpo que están asociadas a él son la parte superior del cráneo, la corteza cerebral, la piel y la glándula pineal. Las disfunciones físicas relacionadas con este chakra, son sensibilidad a la contaminación, agotamiento crónico, epilepsia y Alzheimer. Y las perturbaciones emocionales son depresión, pensamiento obsesivo y confusión.
En Sahasrara nos hemos alejado al máximo del mundo material y de las consiguientes limitaciones espacio-temporales. En este sentido, el séptimo chakra se caracteriza por una máxima versatilidad y puede abarcar una gama mucho más amplia que la de los chakras anteriores. Podremos crear, aprender y progresar desde un lugar interior y sin necesidad de movimiento o cambio exterior.
Esta conciencia inmaterial es la fuerza clave que está detrás de todas las fuerzas existentes en el espacio y en el tiempo, ya que todo lo que creamos y percibimos comienza en el interior de nuestra mente.
Algunos dicen que este chakra es el asiento del alma; otros aseguran que es el punto a través del cual la chispa divina de Shiva entra en el cuerpo y le aporta inteligencia. De cualquier manera que intentemos describirlo, conviene recordar que su ámbito es más grande de cuanto pueda explicarse con palabras. En estos casos, sólo vale la experiencia directa.
El éxito y la espiritualidad no tienen por qué ser excluyentes. Sin embargo, cuando se busca el primero haciendo uso del segundo, se produce un estado de desequilibrio que ilustra la diferencia entre ambos arquetipos (el positivo y el negativo), o sea entre el Gurú y el Egocéntrico.
• El Gurú es en muchos aspectos quien posee la clave del éxito en la vida, aceptando sus propias limitaciones y teniendo plena conciencia de que todas las cosas pueden llegar a hacerse realidad.
• El Egocéntrico se siente merecedor y artífice de su bienestar psicológico, que está relacionado con sus logros materiales. El problema es que está tan atareado concentrándose en sí mismo que termina quedándose solo y con un gran vacío espiritual.
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