Las mejores respuestas
no aparecen buscando afuera,
sino soltando la resistencia
de escuchar adentro.
Se sabe más cuando se siente.
Me encanta la calma del Domingo,
porque nos obliga a parar el hacer constante en el que usualmente
vivimos inmersos.
Es un día en el cual nos podemos realmente ver, donde no hay forma de huir u ocultar las emociones que se despiertan (lo cual es muy fácil en medio de la rutina
y el cúmulo de tareas por cumplir)
Los domingos nos recuerdan cuanto más aprendemos de nosotros, nuestros deseos y necesidades, desde el sólo hecho de parar a escucharnos.
Creo que como sociedad estamos saliendo mucho de este afán por estar siempre llenos de actividades, vimos el lado oscuro de hacer oídos sordos a lo que gritaba nuestro interior.
Lo negativo de esa hiper productividad que tapaba el Sentir, con el Hacer.
Poco a poco vamos a ir volviendo a nuestro centro, al hogar que somos y llevamos dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario