Xul Solar trabajó hasta el último día de su vida. Tenía muchos proyectos en marcha: el diccionario del neocriollo, que debía tener la estructura del tablero del panjuego, nuevos cuadros, así como la ordenación de su obra dispersa, que comenzaba a ser requerida desde diversos lugares.
En el otoño recién inaugurado de 1963, solo una cosa lo atormentaba, que le faltara tiempo para completar su obra.
Tigre, 9 de abril de 1963, 23:30 horas
Xul Solar había sufrido un infarto el día 6. Tuvo asistencia profesional en el lugar y quedó en vigilancia médica. Esa noche se recostó temprano. Estaban solos con Lita. Él le explicó que el infarto era un dolor en el pecho, como un cuchillo que se hunde. Ella no podía escuchar esas palabras. Le hacían mal. Él no siguió explicando. Pero como tenía que decir algo, Xul repetía "Ay, Lita, ay, Lita, ay, Lita..." Hasta que ella no pudo más y le dijo: "Pero me estás clavando a mí ese "Ay, Lita" en el corazón..."
Entonces, él sonrió. "Oy Lita, Ey Lita, Uy Lita, ¿te gusta más así?" A las once y media, Xul dormitaba, tenía en sus manos el rosario con cuentas de madera que él mismo había tallado. Le dijo: "Por favor, Lita, cambiame el rosario de mano". Se escuchaba ese silencio de Tigre, poblado de frondas, del cual Xul tenía una sed que nunca se saciaba. Él parecía tranquilo. Ella cerró los ojos un rato. Cuando lo miró, él ya no respiraba.
El Rey Mago.
(Abós, Álvaro. Xul Solar, pintor del misterio. 2016)
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