y cómo se vigilan los vivos y los muertos
en medio está la circunstancia
ese cercado territorio
donde ocurren los días y las noches
el corazón tiene sus límites
late si el tiempo lo perdona
palpita con un mínimo de fe
casi como un reloj / señor del péndulo
las manos palpan / agasajan
los pies dinámicos nos llevan
sobre hierbas / asfaltos / empedrados
acercándonos a ignotas serranías
donde esperan heraldos y testigos
la vida llega y ahí nomás se aleja
como un picaflor vertiginoso
sólo queda un sarmiento
con sus uvas temporalmente verdes
otras veces la vida se demora
nos gusta mantenerla entre los puños
y hacerle las preguntas que hace abril
en cualquier mes del cándido almanaque
cuando la vida viene / qué aleluya
cuando se va no siempre lo intuimos
por las dudas tenemos un adiós disponible
para que los compinches que nos sobrevivan
nos lo dejen con geranios y nardos
entre las manos quietas
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