Venteros de labios quebrados
zampoñas y quenas sonando
antiguo respiro en la boca
besos, besos de mi raza.
Perdida en la noche en silencio
la tarde que se hace distancia
misterio que el tiempo descifra
ese, ese es tu respiro.
zampoñas y quenas sonando
antiguo respiro en la boca
besos, besos de mi raza.
Perdida en la noche en silencio
la tarde que se hace distancia
misterio que el tiempo descifra
ese, ese es tu respiro.
Siento quenas que en el viento huyen
trayendo amores y silencio de las peñas
que encierran el sol en su corazón.
trayendo amores y silencio de las peñas
que encierran el sol en su corazón.
Entre airampos de luna
zampoñas que en el viento huyen
en viaje buscando el cielo un cóndor va
como mi ser resucitará buscando la luz.
Historia de un tema que se convirtió en himno.
Por esa época (1980 en adelante) Ricardo Vilca empezaba a incursionar en el mundo de la composición. Solía pasar horas con su guitarra ensayando breves melodías que las utilizaba como estudios del instrumento, a manera de práctica. Así surgió la música de Guanuqueando.
Cuando la escuchamos nos pareció bellísima y por supuesto quedó asentada en un cassete que trajinábamos de aquí para allá junto con otras composiciones y melodías que surgían cotidianamente con la búsqueda.
Un fin de semana que estuve sola en la casa, me encerré en uno de los cuartos del fondo con el grabador y escribí la letra inspirada (en parte) en una poesía que había escrito poco tiempo antes y que hablaba sobre los instrumentos de viento y sus ejecutantes, a los que denominé “venteros”, palabra que en realidad no existe con ese significado.
Cuando llegó el momento de ponerle un título a la canción y después de mucho pensar le puse Guanuqueando, como quien dice “tocando”, “queneando”, “zampoñando”, no fue escrita en honor a Carlos Guanuco, (músico recientemente fallecido) simplemente tomé el apellido de manera metafórica ya que por esa época el músico venía asiduamente a nuestra casa y tocaba sus instrumentos de viento junto a Ricardo.
Cuando la escuchamos nos pareció bellísima y por supuesto quedó asentada en un cassete que trajinábamos de aquí para allá junto con otras composiciones y melodías que surgían cotidianamente con la búsqueda.
Un fin de semana que estuve sola en la casa, me encerré en uno de los cuartos del fondo con el grabador y escribí la letra inspirada (en parte) en una poesía que había escrito poco tiempo antes y que hablaba sobre los instrumentos de viento y sus ejecutantes, a los que denominé “venteros”, palabra que en realidad no existe con ese significado.
Cuando llegó el momento de ponerle un título a la canción y después de mucho pensar le puse Guanuqueando, como quien dice “tocando”, “queneando”, “zampoñando”, no fue escrita en honor a Carlos Guanuco, (músico recientemente fallecido) simplemente tomé el apellido de manera metafórica ya que por esa época el músico venía asiduamente a nuestra casa y tocaba sus instrumentos de viento junto a Ricardo.
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