Dicen que a veces las heridas
no empiezan en nosotros.
Que vienen viajando desde lejos,
de casas donde el amor convivía
con la agresión, de historias donde quienes amaban también herían, sin saberlo.
Así, de generación en generación,
el dolor se fue traspasando como un eco que nadie alcanzaba a callar.
Hasta que un día, alguien se detiene.
No para juzgar.
No para vengar.
Sino para mirar el dolor a los ojos y decir: “hasta aquí.”
Alguien decide sembrar amor
donde hubo heridas.
Decide ofrecer ternura
donde hubo miedo.
Decide cortar con cadenas invisibles
y dejar que la vida respire libre.
Porque sanar no es olvidar.
Sanar es honrar el amor verdadero,
y elegir un camino donde la violencia
no tenga herederos.
Hoy celebro a quienes se animan
a sanar la historia, aunque tiemble
el corazón al hacerlo.
Porque su coraje es un regalo,
no solo para ellos, sino para todos
los que vendrán después. 💜
— Estibaliz Mendoza
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