domingo, 26 de octubre de 2025

Relato Corto: “Un país sin fronteras llamado nosotros”

Lucas y Clara se volvieron a encontrar en una vieja estación de tren,
una de esas que el tiempo ya había olvidado,
donde los rieles se oxidaron
dibujando caminos que nunca llegaron a destino.

Diez años habían pasado
desde que la distancia los convirtió en fantasmas.
Y sin embargo, bastó una mirada entre maletas y relojes detenidos
para reconocer que el amor no se había ido… solo había aprendido a esperar.

—No tenemos un lugar —dijo él,
mirando las paredes descascaradas.

Ella tomó su mano, la puso sobre su pecho y le susurró:
—Aquí caben todos los lugares que fuimos.

Y así fue.
Cada beso que se robaron esa tarde en la estación vacía
dibujó una coordenada nueva:
el banco del parque donde se juraron tormentas,
la cocina estrecha donde quemaron la cena
y se rieron hasta doler,
las cartas que nunca enviaron,
guardadas como capitales secretas de un mapa que solo ellos sabían leer.

El polvo flotando bajo la luz
parecía una constelación de todo lo que no se dijeron.

Cuando el guardavía entró y los vio abrazados,
solo murmuró:
—Aquí no hay nada.

Ellos sonrieron.
Porque sabían que el amor no es el lugar…
es la brújula.
La que te mantiene a flote
aunque todo lo demás se hunda.

Y ahora, cuando alguien les pregunta dónde viven,
solo señalan el aire entre sus cuerpos:
un país sin fronteras,
donde cada latido es camino
y cada recuerdo, horizonte.

Porque algunos amores no ocupan espacio.
Son el espacio.
Y sí…
quizás el amor sea el único territorio
que nos contiene sin pedir permiso.

¿Puede un recuerdo seguir siendo hogar e influir en nosotros?

©Jose Luis Vaquero, 
Sal fuera de ti

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