Cuando la música se convierte en sentimientos deja de ser un simple conjunto de notas y se transforma en un lenguaje invisible que atraviesa la piel y habla al alma.
Es ese momento en que una melodía te recuerda un abrazo, una ausencia o un sueño que parecía estar dormido.
Es cuando cada acorde se convierte en parte de tu propia historia y descubres que las canciones no solo se escuchan, también se sienten, se lloran y se celebran.
Cuando la música se convierte en sentimientos ya no es sonido, es vida hecha canción.
Victoria Martínez,
Segunda estrella a la izquierda
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