Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras
hacia los montes azules
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva
como una campana virgen
de una alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas! ...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
Antonio Machado
“Campos de Castilla”
1912
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