ELEGÍ QUEDARME SOLA.
Pero no como una derrota, sino como un acto de amor propio. Venía cargando el peso de corazones rotos, de heridas que no eran mías, de amores que llegaron en el momento equivocado o con las personas equivocadas.
Y decidí detenerme.
Decidí darme un respiro, porque entendí que mi corazón merecía sanar, merecía espacio para reencontrarse conmigo misma.
Con el tiempo, descubrí que no necesito llenar mis días con mensajes vacíos o conexiones que no me nutren.
Aprendí que dejar ir lo que no es para mí no es pérdida, sino liberación. Comprendí que es válido exigir un amor que honre quien soy, un amor que no sea prisa, sino encuentro y que si ese amor no llega, no pasa nada, porque mi soledad no es castigo, es refugio.
En ese silencio, sin darme cuenta, me enamoré de la mujer que soy. Ahora vivo para mí, disfrutando de atardeceres que no necesitan testigos y de una tranquilidad que nadie puede arrebatarme.
Hoy sé que mi felicidad no depende de otro corazón, porque el mío, al fin, se eligió a sí mismo.
Ada Luz González
No hay comentarios:
Publicar un comentario